I
La casa,
el cobijo antiguo de los hombres.
Dicen que
vivíamos en cuevas hasta que aprendimos a hacerlas con nuestras propias manos.
Ahora, son cada vez más lindas, más sofisticadas, más grandes, más caras.
La revista Forbes
se dedica a ranquear millonarios. Otra costumbre antigua: competir. Quién come más salchichas, quién tiene la
pija o la casa más grande.
El Origen de las Especies(1859), se título, On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation
of Favoured Races in the Struggle for Life, un título bien largo para demostrar algo que
Darwin descubrió con una de las herramientas
más formidables del hombre: la observación. Resultado de sus viajes (estuvo en
el sur argentino, incluso), escribió ese voluminoso libro en dónde aparece un
concepto tomado de Spencer: la supervivencia del más apto. Esta
supervivencia obedece a una selección natural que se da en estadíos evolutivos.
Un tratado científico que terminó de dinamitar las bases del dogma cristiano
que comenzó con Copérnico y su revolución heliocéntrica primero, y con
Descartes y su cánon de la duda, después. Todo es adaptación y lucha por la supervivencia dicen aquellos textos: "Lupus est homo homini", el estado de naturaleza de Hobbes.
En nosotros los hombres, la cosa va por el tamaño.
De la billetera, la cuenta bancaria, la casa. Los más aptos están en la cumbre
de la pirámide. Los de abajo somos los peores.
Darwin se referia al macho humano como el mejor
del casal de nuestro mito de origen judeo cristiano. Escribió, por ejemplo:
“El hombre es más
valiente, combativo y enérgico que las mujeres, y tiene una genialidad más inventiva.
Su cerebro es absolutamente más grande”.
El patriarcado, como una larva malsana instaura el capitalismo en la Europa
medieval y en ese caballo enloquecido el imperio británico siembra el
malentendido de la modernidad global. Todos los porongas del pensamiento
europeo( Kant, Hegel, Marx), bendicen la
era moderna, cuya cuna es europea, blanca, cristiana/protestante, racional,
masculina y capitalista después. El formidable legado de Oriente quedó
sepultado bajo murallas de libros que Gutemberg expandió y obturó a la vez, en
un solo pase de océano a océano.
El filósofo mendocino Enrique Dussel con una erudición madurada en siglos y
siglos de opresión advierte que la Edad Moderna comienza con el
“descubrimiento” de lo que llamamos américa. Su voz subterránea aún permanece
en los lindes del saber popular. Por ahora.
A todo esto, la casa de un tal Burgheroni, fue asaltada en Punta del Este.
Le robaron 15 mil US y dos Rolex legítimos. En verdad son dos hermanos que
salieron en el ranking de la Forbes. Están entre los 5 del top five mundial.
II
Ayer, miércoles 15 de mayo en Corrientes hizo frío (es raro, pero suele
suceder un par de días en al año), estuvimos en una barriada de esas que no
queremos ver. La 3 ccd de Goyita registraba una mañana de fina llovizna. Ahí
estuvimos con Horacio, Carlos y Nahuel.
Un manojo doloroso de casa de cartón, machimbre, zinc y ladrillo de 15 a la
orilla de una cañada que de lluvia en lluvia desata una inundación de aguas hediondas. Adentro de cada una de
ellas las mujeres son el único relato.
Nacidas hembras, son madres a tiempo completo y con eso se cargan la casa
( es un decir), encima. Todas llevan en sus ojos el peso de todas las horas, de
cada día y cada año. Miran, hablan, recuerdan. Sus bocas incluso se mueven y
balbucean el dolor. Pero son sus ojos los que relatan con la verdad. Bastaría
con un solo ojo, pero tienen dos.
Un racimo de niños se les cae de las manos. Autónomos en la adversidad se
cuidan unos a otros en los puentecillos de madera blanda. La llovizna los convierte
en viajeros de una época que no ha sabido resolver la carencia más elemental:
una casa decente. Esos niños deberían dinamitar este mundo con los saberes de
Descartes, pero ya no hay dudas. Copérnico tuvo razón, y en su razón el sol es
apenas un cíclope tonto, disolviéndolo todo.
El macho humano ha perdido el rumbo.
Como en una bruma de sol y niebla, esta mañana ví una mujer y un niño
guiando el camino a la nueva casa. Todo barro y alegría.
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