viernes, 15 de marzo de 2024

 



Caímos en manos de una banda de tilingos, dice la madre de Antonio. Postrada está y espera la muerte con en el sosiego de los años vividos plenamente. Fué tal vez un militante montonera de superficie, tal vez estuvo exiliada, tal vez escondió sus banderas y libros para supervivir la dictadura. Tal vez fué una estudiante de letras y termino sus días siendo profesora de historia, o algo así. Es el back story de una de las dos madres de El Hambre. Largometraje del Cine-Luciérnaga que ando desandando en tiempos aciagos de la Argentina, y finales para la especie humana. Ese cine -que se da luz por sí mismo-, permite a los periféricos de toda centralidad, centrigufar sus amores y deseos al compas de la historia y toda vicisitud.

Estámos ahora en manos de lo peor de la burguesía argentina. Tomando revancha, cargados de odio al peronismo y todo pensamiento Nacional y Popular, operan otro ciclo de saqueo a las clases medias y bajas. Esta vez con condimentos pesados: las mismas clases violentadas eligen a sus propios verdugos que en pleno frenesí algorítmico marchan al patíbulo en conmovedora procesión. La peor derecha nativa, aliada con los EEUU y sus cuevas, al capital financiero mafioso internacional y sus cuevas, las corporaciones depredadoras de las riquezas medioambientales y minerales de la que este país es un vergel. Son La cueva. Se mueven tras las sombras, por detrás de los Estados Nacionales y sus instituciones. Esta vez buscan cambiar de raíz las bases de lo que llamamos a duras penas y despues de varias dictaduras; la Democracia. Esta vez prescindiendo de las FFAA ponen a funcionar mecanismos para-estatales desde dentro del Estado con la idea de reducirlo a su condición mínima sin desaparecerlo. 

Una figura desopilante atrae las miradas. En el medioevo hubiera sido un saltimbanqui, un habitante de Liliput entreteniendo a las cortes sanguinarias de entonces. Ahora es el presidente de la Argentina, elegido en elecciones democráticas. Se retuerce en las aguas ardientes y se va cocinando a fuego lento (la metáfora de la rana hirviente no es verdad). Detrás de él, atizando el fueguito, están Macri o Villaruel, que para el caso no es lo mismo: es lo peor.






miércoles, 1 de marzo de 2023

 


Arte poética II

Es el diálogo

Aquél que de tanto llegar ni ha salido, espera

Lo espera en la estación del útero, la madre

No habla. Su silencio es la escarcha bajo el espinillar

A lo lejos parece venir el tren. Retumba la Vía Láctea

Retumba el andén. Los que bajan son todos él

y en ellos se pierde.

Sin palabra de bienvenida ni de adiós

Dialoga con su palma de la mano abierta

El montón de preguntas se va, echando astillas de luz

El problema es el diálogo se dice, se pregunta

Y en vano es….




domingo, 6 de febrero de 2022

 


A Camilo, Gero y el Colo


La canción del niño final


Dios, cansado dijo: -No quiero a nadie semejante a mí

Entonces algo vibró y se dió un potrillo, un durazno, un hipocampo.

El Durazno ya había nacido. Vino herido y traslúcido su corazón, aire en el aire,

Delicada su piel, delicado su mirar, dice en voz baja cosas que nadie escucha.

 El Potrillo dio un salto hacia atrás y cayó de pie.

Tembló el mundo, el lucerito en su frente parpadeó luz propia: Mi Cuerpo Soy Yo, se dijo

El Hipocampo enamorado de sí,

cultivo a otros pares en su vientre y los esparció en la sal del agua.

Son millones, todos parecidos a él.

Cada uno en sí, espejados de alma en alma: El Cuerpo es Divino, se dijo.

Los tres deletrean su nombre. Su propio nombre

 y en ese viaje inicial, el Misterio de la especie habla un balbuceo conmovedor y terrible.

Juntos andan el borde del tiempo,

juntan piedritas,

se las llevan a la boca,

paladean la Vía láctea,

se dibujan a sí mismos en las cuevas del último milenio,

en las Terrazas del Hombre Sólo.

El que cree que sabe, no sabe. Y el que sabe, no sabe que sabe, dicen los tres

 y al unísono, el lucerito del Potrillo parpadea otra vez,

el Hipocampo se enamora, danza y fecunda en un solo gesto.

 El Durazno cierra la herida y su cicatriz tiene las iniciales de su nombre.

Los tres juntos miran caer la tarde.

Se toman la mano como quien reza,

(El magisterio del Amor es en silencio)

respiran el mismo aire precioso de estar aquí

sin otra razón que estar nomás.

Y alguien parecido a Dios, más cansado que nunca, los mira

y sonríe por primera vez.

Y entonces, late la canción del niño final….














martes, 31 de agosto de 2021

 




No sé cómo se dice:

El monte después de la lluvia

La línea de lagunas, el casal de suirirís sosegados por la luz

Las gotas de ñangapirí

El resplandor de una torcaza y el tren…

la vera del Pirayuí, su alma cristalina y fresca, de sabor barro.

(tres golondrinas cazan hormiguitas voladoras), otro rayo negro.

No sé cómo se escribe

Un boyero se mete en su bolsa de crin

Un puñado de renacuajos azabaches hierven y mutan como ángeles.

Una coral, otra vez la laguna.  Y el tren….

Una tararira negra bajo el camalotal

Caen gotitas del techo del ceibo, del palo borracho, del guayabo

(Muerdo la mitad rosa), un apereá me mira,

(muerdo la otra mitad): agua la boca

No sé cómo se anda

El sendero de charquitos; un perro adelante , dos detrás.

Todos en silencio, sólo el monte habla de ruidos, aleteos, un pacaá corre

Luego, desde adentro grita el alerta que rebota en mi estómago.

Un trueno levísimo trae gotas levísimas. Me caen…el cielo, es gris brillante, eterno.

Voy de regreso a la casa de techo rojo. Allá está.

El corral , el galpón, cuatro vacas y el potrillo alazán( me mira y levanta las orejas)

No sé cómo

La lluvia después el monte… se

Allá, el tren cruza el puente negro

Yo le miro el vientre…



Dibujo de Diego Manuel Rodriguez

martes, 10 de agosto de 2021

 

Yuyal, o el último invierno en Corrientes. 

El Rodaje. Parte II

(Esta crónica fué escrita para la Revista Cinetosis)

 

Alguien debió conservar y cuidar con amor este jardín de gente

A Dios nunca se le ocurrirá

¿Cómo harás ver y aliviar el dolor en el jardín de gente?

Luis Alberto Spinetta

 

El cine para mí ni siquiera es una forma de arte. Tan sólo mantiene a los trabajadores calmados para que no hagan ninguna Revolución

Aki Kaurismaki

 

PH: Gero Almirón

Entre la verticalidad del cuento y la horizontalidad de la novela el cine transcurre a los bandazos. El corto no es un hijo menor del largometraje: es su padre y madre a la vez. Es tan peligroso estirar un corto cómo acortar un largo. Tengo una enorme dificultad a la hora de concebir un cortometraje. Evitar las subtramas, seguir al acontecimiento único, nos dice Irene Ickowicz (En Tiempos Breves, Paidós). Simplemente, no puedo. Verticalizar el acontecimiento. Parece fácil, pero no lo es…

Int/ día. Comedor

Yuyo habla con la madre en videollamada. Porque no te vas a la puta que te parió, le dice ella desde el cel. Yuyo se atraganta. Escupe. Convulsiona.

No puedo resolver el diálogo entre la Tía y Yuyo. La Tía, dueña del dpto debe decir algo en nombre de la madre. Tomar su lugar. Tiene que tener un argumento, esencialmente femenino, para que Yuyo perdone y se dé una oportunidad de sanar. Es sólo una línea de diálogo!, me digo. No puedo dormir. No me sale nada. No soy mujer...cómo meterme en ellas?. Imposible. Necesito que la Tía hable y diga algo, de ser posible iluminador.  Pido auxilio a los clásicos. Aparece Bergman y le tomo prestada la palabra “podrida”. Eso es…

El Colo, mi hijo mayor despliega el Plan de Rodaje. A la distancia, vía meet, ayuda Luján Ascué. Escribe en una libretita con letras como arañitas. No usa planillas!!!!!. No pregunto. Me abandono a toda contingencia. Sino confío yo, estamos fritos todos. 

 

Planifico muy rápido sobre una planta de cámara. Hago una planta de la locación principal y la divido en zonas. Líving/cama/cocina /balcón. No hay guión técnico ni storyboard. El blanco y negro nos abandona a la escala de grises con algunas referencias en la que prevalece, Persona(1966) de Bergman. Mucho primer plano y medios. Trípode. Algún que otro travelling in. Altura normal o sea la altura de los ojos de Yuyo, sentado en su silla de ruedas. Es el punto de vista.

Lo conversamos con el DF, Diego Sacerdote Judas. Habla poco y eso me gusta. Lo conocí en la Diplomatura de Dirección y Producción que hizo Miguel Ángel Rossi en Comunicación Social. Luego, desde el Cluster se suma al taller que dio Guille Rovira en FOTOGRAM, la productora de Daniel San Cristóbal. Bajista y mentor de La Iglesia de los Santos Suicidas. 1.85 mts de altura, barba negra hasta el pecho y cara de pocos amigos. 

La Blackmagic está en locación casi una semana antes. Las pruebas de cámara duran sólo un día. El desfase del plan de rodaje Rossi y la versión Colo/ Luján nos hace entrar en pánico. La solución que encontramos es aplicar el sentido común que es el menos común de los sentidos: empezar a rodar escenas en donde esté solamente el protagonista. Una suerte de inserts de su soledad; bizarros, hilarantes en su paraplejia. Comenzamos a construir el arco dramático de nuestra criatura por fuera del plan de rodaje. Rodamos una toma, luego otra y otra más. El equipo empieza a mostrar una marca diabólica que después lo compruebo con creces. Reúno al grupo, marco la escena, la toma, sobre la planta de cámara: cobertura, contraplanos y etcs. Al instante salen todos disparados como cuando se atiza una brasa. El explosivo caldo empieza su primer hervor. Personas que hace tres días no se conocían empiezan a “frotar el palito”: sucede pocas veces…pero sucede.

Luego de tres días de convocar al Diablo, comenzó lo que formalmente(!!??) sería el plan de rodaje. Nadie notó tal detalle. Una locomotora transcurría en el monoblock B, del Barrio Laguna Seca.

Qué es el cine?. “En el mejor de los casos es un sueño para trabajadores cansados”, contesta Kaurismaki. Yuyo en un trav. in,  lentísimo, apenas si puede contenerse. 

PH: Gero Almirón


Todas las mañanas hay que barrer la única locación. Lavar platos, vasos, cubiertos, platos. Tirar la basura, no dejar que se acumule. Jabón y papel higiénico en el baño. Una canilla no para de gotear. Decidí meterla en el guion. Su perseverancia me inspira a una escena entre Chaco y Yuyín. A veces tenemos tiempo de preparar la comida y dejarla lista. Se escabia a dos manos al final de cada jornada. Intensamente. Parejito. Bolsas y bolsas de botellas todas las mañanas. Los vecinos deben creer que el cine es así nomás. Bien se dice que en el Cine de Bajo Presupuesto cada día es el último; se administra la crisis, mientras el caos acecha hora tras hora y amenaza con derrumbar todo. La producción pasa a manos de un asistente, el Colo. Facu toma el mando de la continuidad. Colo Hace extrañas piruetas con el plan de rodaje; Luján, mi asistente, trabaja codo a codo con él. Yo me voy enterando sobre la marcha, de toda novedad. No pregunto ni quiero saber. Lo contingente es el sino.

Yuyín es el actor principal. Escribí el guión pensando en él. No cumplió los 20 años. Lo conocí a través de mis hijos. Tenés que conocer al uruguayo, me dijo un día Camilo. Un par de charlas bastaron para hacer yunta a través de la música: Mateo, Spinetta, los Fato. Mucho jazz y poesía. Lee Deleuze, Guattari, Jung con fruición, cuatro o cinco horas por día. Consume un cine por demás extraño. Investiga, husmea en la web como un hurón. Extrae raras perlas. Tenés que mirar El Caballo de Turín, Béla Tarr, recomienda (cosas pendientes, me digo). Deleuziano y anarco individualista, se autodefine. Volcánico. Puede estar horas citando poetas y filósofos. Esas referencias intelectuales están en Bonanno, un tal Nick Land que vive en China y cuyos textos circulan en los arrabales del proceloso océano digital. Como todo anarco radical considera la violencia como método y única salida. No confronto con él; lo escucho, nos separan 40 años y aprendo. Es un colibrí desquiciado, ingrávido, libando de las flores de Baudelaire. Dócil e hipersensible, sin embargo. Encarna al personaje con cierta displicencia. Nos hace reir. Inventa. Improvisa un personaje desgarrado, colérico, herido en donde más duele. Solo nosotros y los espectadores sabemos de su dolor.  Su presencia física es equívoca. En su cuerpo de 55 kg, habita un antiguo guerrero. 

El que actúa (el actante dicen algunos estructuralistas) es el que pone su cuerpo frente a la cámara y según ciertas cuestiones más bien abstractas, las atraviesa. Los que vienen del teatro arrastran el método ruso y sus derivaciones. O sea, actúan al personaje. Según la pericia del actor los resultados varían, para bien o para mal. El arte de recurrir al artificio es ocultarlo. Creo que las grandes escuelas están entre Stanislavski, su correlato del Actor's Studio, Kuleshov y en un extremo Dziga Vértov. El actor que interioriza versus  modelo. 

El Chaco vive enfrente de la locación principal (el lugar en donde vivo es un monoblock del barrio Laguna Seca). Albañil de oficio, hijo de ladrilleros. Casado con Roxi y padre de Nahiara, su bellísima hija. Lo tuve en mi casa en muchas noches de escabio; charlando, bailando. Ejerciendo el antiguo oficio de conocerse en la chicana, el doble sentido, las frases hechas y por sobre todo, los silencios. Muy inteligente. Arisco y sensible a la vez. No hay método que pueda con él. Ir a él es sacar lo que tiene adentro. Bresson tiene razón. Cuando terminó su escena en una toma, todos casi  llorábamos con él. Y me digo :- Un albañil es un albañil.

Consumí hongos alucinógenos allá, hacia fines de los noventa. Un poco atolondrados con la novedad, íbamos con los amigos y cosechábamos salvajemente en la zona del lazareto. Nos amparaba cierta lectura de Hesse, Castaneda, Escohotado, Symns y la música del Flaco y cierta psicodelia británica.   

La escena de los hongos la rodamos en Santa Ana. Nahuel Fontán nos consigue una orilla de la Laguna Medina. Agua, cielo abierto, juncal y yuyo. Ahí estuvimos un par de horas recreando la danza de la psilocibina. El agite sensorial del tacto y la confesión.  Restos óseos blancos como cal, dispersos. Una vaca seca con el cuero aun puesto. Los huecos oculares que alguna vez vieron a otros pares. La mandíbula de un yacaré, la cabeza de una tararira. Micromachin se pinta el cuerpo con barro de la orilla. Una constelación Selknam divide su torso en dos. Yuyín el paralítico, le pide que le quite las zapatillas y las medias.

Estamos casi al final de la 1er semana. El equipo responde con creces. Furibundo. Salvaje. Un patrulla diabólica cruzando campo enemigo. Alguien sugiere unas pepas. Todos dicen que sí...y yo también. La última vez que me coloqué esos cartoncillos sublinguales, fué a fines de los noventa en casa del Francés. Conocí a una muchacha de Barcelona, hija del anarquismo, que me envió un caset de Camarón de la Isla( Potro de Rabia y Miel), con haschís adentro. Envió, a la vez, a los amigos un par de caritas que dividimos con una gillette. A mitad de la noche se me da por salir a la Av 3 de abril en donde trascurría el carnaval. Ví por única vez a unas mujeres descomunales, envueltas en plumas y brillantina en las piernas. Hipermaquilladas. Totémicas. Esa noche llueve. Voy caminando sobre los restos del carnaval. Sillas esparcidas y envases de aerosol, vasitos de plástico. Levanto la vista a la luz recién estrenada de la avenida desierta. Gotas como misiles me caían al rostro. Gotas como látigos. Siento ganas de llorar y creo que lloro de regreso al barrio.

Se nos ocurre ver La Jeteé(1962) en pleno viaje. Luján, el Colo y yo, tirados en la oscuridad de su habitación. Ella se acurruca contra la esquina con su pelo suelto y una chaquetilla de corte francés o algo así. Él coloca la compu y el baffle entre las piernas, recostado como un lobo marino. Y ahí estábamos los tres en el enorme aeropuerto en blanco y negro. De tanto en tanto hablábamos y reíamos. Yo la miraba a Luján y no la distinguía de Hélène Châtelain. Era todo lo mismo nomás. El equipo completo, retozan como cabras en el departamento de dos ambientes. Entre el decorado, las botellas de vino y los tres maniquíes desnudos. Así transcurre toda la noche. Cuando me despiertan es porque  llegó la actriz a rodar (!!!???). Entramos en pánico. Corremos, ahora como ratones. Subimos y bajamos. Nadie sabe qué hacer. Yo digo sí, me animo. Lo dije porque sí nomás. Hasta que alguien pone algo de cordura y decide decirle a la actriz la verdad. Que estábamos empepados y no servíamos para nada: perdimos un día y medio de rodaje.

El cine de bajo presupuesto, el cine pobre, es generoso. Al actuar por fuera de la industria entra en contradicción por los postulados instituidos por ella.  Esa “institucionalidad” siempre va a la saga. Siempre va reparando, a destiempo. Muchas veces ignorante cuando no, negligente y abúlica. Su centralidad en Argentina nos hizo confundir, hasta hacernos creer que existe un cine argentino. La centralidad porteñocéntrica nace con el Estado como resultado de las luchas entre unitarios y federales: historia sabida. El INCAA no puede estar por fuera de esas dinámicas atávicas y cuyos mecanismos no son visibles de inmediato; sin embargo hoy, estas cuestiones de orden estructural no deberían permanecer en la opacidad de los burócratas de turno. Los esfuerzos de las organizaciones provincianas no son suficientes para romper la energía cinética de intereses que están muy por sobre de la realidad del cine periférico. Llegará el cine Nacional de en serio, cuando un fueguino, un tucumano, un formoseño, pueda rodar su Ópera Prima (o lo que sea), en condiciones justas, equitativas y dignas. Así tenga 15 o 18 años. El cine se está haciendo en todo rincón del mundo, y si la industria se empeña en desconocerlo sucede de todas formas. Las condiciones que “la industria” y sus instituciones impone a sus hacedores son además de penosas, extemporáneas. De otro siglo. Bajo un paraguas meritocrático y de cuño neoliberal deja de lado al nuevo cineasta: el ubicuo, el de los mil ojos que, como una mosca, está en todas partes y como tal molesta, husmea, se posa en toda cosa y va a sobrevivir a toda tragedia; si es periférico y del sur aún mejor. No hay modo de combatir a ese moscón luminiscente que está en todas partes. El nuevo paradigma digital arrasó con todo lo conocido. Si los organismos que gestionan al cine no atienden al nuevo cineasta, estarán condenados al anquilosamiento, a ser vehículos de hijos y entenados y en el peor de los casos a frustrar los sueños de los que vienen marchando.  Si la letra chica de la normativa las escriben sólo, las grandes productoras y los sindicatos, estamos en un callejón sin salida. Hay mucha plata alrededor del cine; no se cumple acá lo de la administración de recursos escasos(una amable falacia liberal, en todo caso). Lo que hay es injusticia en la distribución. La ecuación es tan vieja como el viejo Marx. Se le saca al que tiene, no al que no tiene. Son decisiones políticas las que tallan en estas encrucijadas. Las buenas intenciones sólo sirven para calentar sillones, allá por Lima al 300, en dónde dicen que Dios atiende.

El equipo transita un pequeño milagro sin saberlo. Todos trabajan como si supieran y se conocieran desde hace años. Sólo Panovsky (Nahuel Almirón, sonidista), estuvo en un largometraje. Nadie repara en la cuestión. Se limitan a disfrutar cada hora de estar juntos. En rodaje y fuera de él. Yuyín actúa en los dos. No parece conocer el límite. Juega en serio. En una escena con Mía, se ríe demencialmente burlándose dolorosamente de ella. Panovsky, un par de días después en una sobremesa le dice: - yo te escuchaba reir por los auriculares y tenía ganas de empalarte con la caña del Rodhes…

No hay mejor escuela que ir a rodaje. Leer y viajar decía Herzog. Así se aprende cine. La academia se edificó después de que el lenguaje ya fue construido. La academia siempre va por detrás de los hechos y los hechos, hechos son.

Uno hace cine para hablar de sí mismo, digo, sin estar muy seguro del axioma. Mientras escribía el guion me veía una y otra vez hablando por mis criaturas: dolor, amor, vergüenza.

No sé qué va a pasar con Yuyal. Esta ahí como un hijito que bambolea la cabezota y ríe a carcajadas. Un espejo nos refleja a los dos; en blanco y negro.



PH: Gero Almirón


lunes, 9 de agosto de 2021

 


Yuyal


Salí a ver eso de mí. Roto, restos de mí

el balcón se enfriaba en una siesta de otro mundo. Caía una ceniza del cielo.

los perros en la terraza,

 Ramón, 

los músicos afinan medio sordos una cumbia, imposible

 de tres acordes.

Una paloma parece volar, la diagonal la hace de otro cosa, un cable de lumbre, un silbido 

Yuyo ya salió de la casa y ahora marcha con sus restos detrás. 

Nadie lo ve , porque nadie ve.

Musita una canción mientras empuja su alma en la silla

y entre lagrima y lágrima se tumba hacia atrás

se cae de espalda, cielo arriba

el mundo se mira con sus ojos.



PH. Gero Almirón

miércoles, 4 de agosto de 2021

 


Yuyal, o el último invierno en Corrientes.

El Rodaje. Parte I - Por Pablo Almirón.



Nuestra neurosis no es una forma de modernidad,

sino una consecuencia de nuestra miseria social.

Glauber Rocha



No importa de dónde vienen las ideas. Tampoco cuestiones como la “inspiración” o el talento. La metáfora del pez dorado es buena para motivar y dar ciertas pistas; no más que eso. Su materialidad no sirve para explicar los extraños eventos que suceden a la hora de atrapar algo parecido a un pez de aguas profundas. Corría febrero del segundo año pandémico cuando empecé a juntarme muy seguido con Facundo, mi sobrino. Estudiante del 1er año de la ENERC, sede Formosa. Pasábamos largas horas hablando de nosotros, filosofía y cine.

Se nos dio la visión de un paralítico que huye en busca de su identidad….algo así y supimos de entrada quién debía ser el protagonista. Terminé el guion en unos tres meses. Unas 40 páginas con 67 escenas que se prestaban a la confusión. Una página no era un minuto, definitivamente. Luego de deliberar febrilmente se puso fecha aproximada al rodaje: las vacaciones de invierno. Esa decisión le terminó de dar forma al título. Yuyal o el último invierno en Corrientes.

Elegimos a un equipo joven. Facundo oficia de Productor. Soy el único veterano por sobre los 60 años. Lo que llaman experiencia es un valor relativo. Todo rodaje tiene su sino y cuanto más profesional, más compartimentado, más impersonal, más gélido. La factoría no precisa de personas, exige operadores. Despliego conscientemente algo que creo, debería ser un gesto de nuestra generación. Dar la oportunidad a jóvenes cineastas. Ellos son el futuro. Nosotros nos vamos convirtiendo en pasado, lenta e inexorablemente.

La idea original era trabajar con un equipo mínimo. Sonidista sin asistente. El DF sin operador de cámara. Yo, sólo. La Dirección de Arte debe hacer también vestuario y eventualmente maquillaje. Debemos cocinarnos nosotros mismos, establecemos un régimen de tres comidas diarias que incluye a los posibles vegetarianos. Miguel Ángel Rossi lanzó un estimativo que nos descolocó y nos hizo entrar en pánico; 23 días de rodaje, trabajando 8 horas diarias!!! (El equipo local cerró el rodaje en 14 días. Se trabajó, eso sí, con un promedio de 8 a 10hs por día).

Es lo que incomoda del Cine de Bajo Presupuesto: que es posible. Pero su costo en esfuerzo es peligroso y siempre se camina al borde de la navaja. No debería ser así. Atender su singularidad y darle sustento práctico es posible. Ahí el Estado debe estar presente, asesorando, protegiendo, facilitando, creando empleo y trabajo concreto. No poniendo trabas burocráticas. Es el Cine por venir. El Cine Silvestre. El Cine Inevitable. El que florece en las piedras. El cine guerrillero es un acto amoroso cargado de futuro.

Al final Facundo decidió sumar a asistentes y tiene razón. Somos 8 y ya pusimos fecha al rodaje.

En el camino vamos tomando decisiones. La 1er opción es un celular de alta gama. Luego pasamos a una reflex 4k. Necesitamos lentes. Czombos me presta uno, muy bueno. Acudo a Daniel San Cristóbal por más lentes y fierros. Los que se pueda. Tiene la mejor productora de Fotografía y publicidad del Chaco: FOTOGRAM y ahora quiere pasarse al Cine. Tiene con qué. Daniel está hecho de una madera que escasea; me dio todo lo que necesitaba y más, sólo con la confianza que da mirarse a los ojos. El gesto de caballeros incluyó una Blackmagic 4k, de la 1er generación. No hay excusas, me digo y comenzamos a reclutar gente.

Luján Ascué, es la Asistente de Dirección. Se vino desde Virasoro. Descendiente de vascos y estudiante de la ENERC- Formosa Desayunamos juntos. Café, pan y manteca. Hablamos de su película. Los personajes son criaturas, decimos. Tienen vida propia. Esencia o espíritu y no siempre hacen lo que deseamos. Es mejor que no hagan lo que al guionista se le venga en gana. Cuando esto ocurre, es una epifanía y como tal no siempre sucede. Luego la conversación derivó en qué es un cortometraje y qué un largo. Recuerdo a Onetti: yo sé de inmediato cuando necesito de un cuento o una novela. La condición de verticalidad del corto y lo horizontal de la novela. Cuestiones borgianas. Un largometraje no es necesariamente más difícil. Simplemente la historia lo pide: o es un corto o es un largo. Un bonsái puede ser muchas cosas, pero no es un árbol. A Luján, todavía no la conozco trabajando. Me transmite serenidad.

Cierto cine nunca fué dócil. Creo que cuanto más desobediente y contracorriente, más vital su propuesta. En Europa surgieron tres vertientes contrahegemónicas: el Cinema Verité de Rouch y su correlato en la Nouvelle Vague, el Neorrealismo italiano y el Free Cinema británico. Todos surgidos de los escombros de la posguerra; intentaban contar y narrar otras historias por fuera del canon hollywoodense. Un tal Alexandre Astruc es uno de los primeros que desarrolla un nuevo estilo: el cine de autor. En latinoamérica ocurrieron propuestas similares. El Cinema Novo de Rocha, Cine Liberación y Cine de la base de Solanas- Gettino y Gleyzer respectivamente. Todas estas experiencias, determinadas fuertemente por los movimientos insurreccionales que recorrían el continente de punta a punta.

En la Argentina reciente hubo desplazamientos que tuvieron como eje excluyente a la producción porteño céntrica. El autodenominado Nuevo Cine Argentino, sabido es, nace de la convocatoria Historias Breves I, de 1996. Jóvenes egresados de las escuelas de cine del momento (Caetano, Burman, Sapir, Martel, etcs), , tienen la oportunidad de demostrar ese nuevo cine, de nuevo cuño que a la sazón desplazaría a la anterior generación. Más atrás y algo ninguneado por la crítica del establishment, Raúl Perrone (un verdadero pura sangre), rodaba desde hace rato en su Ituzaingó natal. Todas estas movidas, obviamente eran desconocidas en el resto del país. Corrientes con su dogma de República aparte, no era la excepción. Yo hice un acuerdo con una revistería que estaba en lo que hoy es la Plaza Vera. El bello Mercado centra de la capital correntina, fué tirado abajo en 2001(otra de las tropelías del entonces interventor Oscar Aguad), con un desprecio total a los espacios culturales- arquitectónicos. Detrás, sobre calle Rioja un revistero- gnomo me guardaba de vez en cuando la revista El Amante; mucho aprendí de ellas ya que las librerías de entonces no tenían bibliografía cinematográfica. Había que arreglárselas con nada. Sin academia lo mejor es ser autodidacta. Pizza, Birra y Faso (1998) es la película emblemática de ese periodo de nuevas estéticas. Luego pude ver el estreno en Capital Federal en el Instituto Goethe de Dársena Sur(1998) de Pablo Reyero, un documental maravilloso que sigue de pie. Lo trajimos a Pablo con los amigos a Corrientes; éramos 5.

Sin estar enterados de estas trasformaciones intestinas del cine “argentino” (ni mucho menos, de algo “nuevo”), comenzamos a escribir con Pedro Aguirre el guion de Cabeza de Chancho en el 97. La rodamos en 1999 y pudimos estrenar recién en 2007. Se convierte en la primera película en ingresar a la Competencia Argentina del BAFICI, durante la gestión de Martín Peña y Sergio Wolf. Existe un concepto alemán, Zietgeist para definir cierto espíritu de época. Foucault, prefiere llamarlo Episteme: un movimiento colectivo sin liderazgo que sucede al mismo tiempo y más allá de toda frontera. Aquél fue el evento histórico que un crítico describió como el momento en que las cámaras giraron y empezaron a mostrar a sus realizadores y sus cuestiones. Estas cuestiones, digo yo, son políticas, culturales, sociales y excede lo estrictamente cinematográfico: es el momento también de las grandes bandas de rock de los ´90: Divididos, Los Piojos, La Bersuit y por sobre todo Los Redondos. Aventuro así, una explicación posible.

A la historia del cine Regional hay que contarla entera. De a pedazos no sirve.

Desde entonces y con ese mismo grupo de amigos seguimos insistiendo con un cine identitario; narrados con los barros cotidianos de la vida real. Desangelados anónimos que de tanto estar en todas partes, devienen invisibles. En ese itinerario se encuentra Yuyal, o el último invierno en Corrientes.



PH de Gero Almirón



Pd: Nota escrita para la revistacinetosis.com.ar