Se corta la luz, me despierto. Son las 14. 30. Me
tiro al suelo, el calor es insoportable. Me doy una ducha y salgo al balcón a secarme
con el aire hirviente de la siesta. El cuero se enfría en un bálsamo y luego
empieza a arder de nuevo.
Construyen
abajo, en el baldío de Laguna Seca. Ocho obreros trabajan bajo el sol. Cavan
unos 10 pozos cuadrados para las futuras zapatas. Ya instalaron el pequeño
obrador en donde doblan los hierros para los columnas. En esa única sombra, hay
seis motos y dos bicicletas bajo el único timbó que queda en el baldío. Uno de
ellos suelda en cuclillas. Desde acá el chispazo del arco voltaico, parece el
de un encendedor de mano. Todos están vestido con pantalones de trabajo largos,
remeras mangas largas y gorritas de visera. Uno de ellos, el que cava en la
primer pozo de la fila, lleva un pantalón de fútbol hasta las rodillas de color
rojo y una de mangas cortas de un color indescifrable. Todos usan gorras, no
sombreros. Gorras.
Uno de
ellos se separa del grupo y cruza la calle de tierra. Regresa luego con unos
botellones de hielo. Cinco botellones de plástico escarchado. Los rompen contra
el suelo y cargan los trozos de hielo en termolares. Pasan una par de chicas en
moto y los dos de este lado le dirigen un par de miradas y luego se agachan y
siguen cavando. Están hundidos, casi por arriba de la cintura. Hace 20 minutos
que no paran de sacar tierra. Con una manguera le tiran algo de agua para
doblegar el suelo reseco y vuelven a cavar. Los terrones son negros primero,
ahora son de color rojo.
Domingo de lluvia. Ahí está el baldío, el timbó en el fondo, los pozos. Más abajo los techos de la línea de garajes. A la izquierda la Medrano y más allá de la palmera, la Cazadores Correntinos. Los obreros, imagino estarán con sus familias.
Otra muchacha distrae su atencion. Se acerca a la
línea de garages al pie del monoblock. Está recién bañada. Abre una de las
puertas de chapón verde. Tiene una solera blanca livianísima, jean azules y
lleva el pelo suelto. Sostiene un celular y unas gafas oscuras en su mano
derecha. Por momentos mete los dedos
entre el pelo castaño y lo agita para secarlo
en la leve brisa caliente. Alguien está dentro del garage que no puedo
ver. Todos siguen trabajando, uno de ellos sin embargo no puede dejar de
mirarla. Es alto y con el rostro aindiado. Ahora toman más agua, el hielo de
los botellones se derriten bajo el sol y beben al agua helada, se lo pasan de
mano en mano. La piba habla con alguien dentro del garage. Un VW gris, muy
nuevo hace su aparición. Retrocede muy lentamente. Hay dos mujeres adentro. Una
de ellas va del lado del acompañante y es una niñita de unos 8 años. Ahora son
tres las mujeres: la que maneja, una niña y la muchacha. El auto termina de
salir. La mujer baja y la niña tambien. La muchacha decide recojerse el pelo
sobre la nuca. Lo hace en un solo movimiento con el sujetador que lleva en su
muñeca. Es obvio que son madre, nieta e hija. Las tres son iguales. Vestidas de
blusa blanca sin mangas, pantalones, y con el pelo del mismo castaño recojidos.
Unidas las tres por un solo color de piel trigueña.
Las tres
mujeres idénticas husmean en el baúl. Están inclinadas por la misma curiosidad.
Algo se perdió. No se levanta el tapaloneta. Uno de los tensores ya no está. La
madre hace un gesto de contrariedad. Se golpea la pierna con las palma de la
mano como castigándose. Es nuevo y ya se
rompió!, parece decir. Cierran el baúl, ahora lo abren otra vez, para cerrarlo después.
Trabajosamente se suben al auto. La madre se coloca el cinturón con dificultad, está un poco gorda.
Se inclina para deslizar el asiento y no encuentra la palanca. Lleva la cintura hacia adelante. El asiento
esta muy adelante, la panza casi toca el volante. Se resigna, se aferra al
volante con las dos manos y se dirige lentamente hacia la avenida. Acelera demasiado, el auto pega un brinco y el
motor se detiene. Lo enciende de nuevo y avanza hasta la esquina a 10mts. Allí
se detiene ante el flujo de autos y motos que no paran de pasar por la Medrano.
Decide pisar la avenida. Dobla y se coloca casi en el medio. Un micro se le
pone detrás, acosándo a las tres mujeres a bordo del VW gris. El chofer le
coloca la trompa del micro amarillo casi encima. El motor se detiene otra vez.
Bocinazo, una y otra vez. Me las imagino adentro de la cabina apremiadas por
los bocinazos, hablando las tres juntas. Logran encender el auto. Lo desliza
lentamente a un costado de la vereda y ahí se quedan dentro, un largo rato. Los
autos y motos pasan veloces hacia la curva de Cazadores Correntinos.
Uno de los
obreros ve pasar a un heladero en bicicleta que hace sonar su campanita. Lleva
una caja blanca con el logo de El Polo escrito a mano en color rojo. Le grita
desde el pozo: Mi gente, a cuanto?!?. El
heladero lo saluda y sigue su camino.
Vuelve la luz, regreso a
la habitación, el ventilador esta encendido. Enciendo la tele. Abierto de
París. Juegan el colombiano Giraldo y un
rubio sudafricano de apellido Anderson. En Paris son las las 8 de la noche, acá
en el barrio Laguna Seca, casi las 15. 40 hs. En los extremos de la cancha donde
la cámara más permanece, están los principales auspiciantes: Rolex, Lacoste y
Peugeot. En los laterales, Gatorade y Ricoh.
Gana Anderson el primero. Giraldo recciona, el equipo
está preocuoado, 5-5, se corta la luz. Salgo al balcón otra vez. Uno de los
obreros se levanta la remera hasta el pecho y deja al descubierto su enorme
panza. Es el único que trabaja descalzo. Tiene un cuerpo prodigioso de grasa y
músculos. Parece incansable. Se seca el sudor con el dorso de la mano y se
inclina de nuevo, pala y pala. Pasan dos niñas casi adolescentes por la calle
de tierra. No las miran.
Voy a la ducha
otra vez, humedezco la toalla y me siento al balcón. Regresa la luz.
En los intermedios de
cada set las empresas auspiciantes ofrecen Ibupirac, Universidad de Palermo y
colchones Simmons. Toyota Plan de ahorro. Fin de espacio publicitario. Luego,
en otro intermedio, Hipotecario, Home
Banking Autoahorro VW, Gillette, Champion League. Fin de
espacio.
Ahora en la cancha central juegan Djokovic y el alemán Kohlschreiber. Son las 16.hs. El serbio, número uno de la
ATP, se convertirá desde el torneo de Roland Garros en el embajador de Uniqlo
para los próximos cinco años, la marca de ropa japonesa. Remera, pantalones
y medias, adornado con líneas rojas y azules, colores de la bandera
serbia. Trascendió que la empresa nipona le pagará cerca de US$ 6 millones por
temporada, al serbio por usar esta indumentaria. A eso hay que agregar las zapatillas
adidas personalizada con su firma y el logo de Peugeot en su manga izquierda. Sus
padres se han separado, dice una entrevista, pero Novak esta preocupado por
Federer que le pisa los talones. El suizo es un elegido. Otra vez segundo en el
ranking y cerca de ser el número uno otra vez. Según la revista Forbes, en 2013
a junio 2014 está séptimo entre quienes más dinero obtuvieron en el mundo del
deporte. Fueron, por todo concepto, 55 millones de dólares, pese a los
contratiempos físicos y la falta de confianza. Este año, con una sensible
mejora de rendimiento, sobre todo a partir de la final de Wimbledon, no
computada en el informe de Forbes, se estima que ya igualó esa cifra. En total,
el suizo habría acumulado 600 millones de dólares.
Ganó Djocovic.
Salgo a la ciudad .
Cuando regreso los obreros estan sentados en el suelo, acostados, unos acá,
otros más allá. Un cerveza helada corre de mano en mano. Uno de ellos se
desprende del grupo y regresa con dos más. Son las 19hs, hora de Laguna Seca.
El balcón de Laguna Seca. Novak Djokovic juega la semifinal con el canadiense Raonic. Federer no puede ser número 1. Supongo que estará mirando el partido por Tv en hd Full.