viernes, 25 de septiembre de 2015

Del brazo con Ena




Temprano voy a su reino, me hace un té, sirve manteca con pan casero y dos servilletas de papel en el living. El noticiero anuncia a Francisco hablándole al corazón del imperio que no termina de derrumbarse. Lo aplauden de pie...
Fuimos al Cardiológico. Se acuesta en la camilla. El técnico le habla con voz edulcorada, demasiado amable. Le coloca un par de cables en los tobillos y las muñecas....Su marcapasos anda bien. 
Salimos a la calle. El cielo se abre por momentos. El sol y un suave viento fresco, nos acaricia. Se toma de mi brazo bien fuerte. Yo también.
Nos sentamos a tomar un café con leche. Yo tomo agua. Ella recuerda una frase de Loreto.
Caminamos por la calle Junín. 
-Ahí estaba Iñiguez, me dice. 
-Allá estaba Breyer, retruco. 
Compramos dos camisas livianas y una zapatilla turquesa. Elige los colores y pregunta el precio una y otra vez. Compráte dos, le digo. Se niega y luego acepta,
-Me levanto temprano , voy a la huerta y después me tomo unos mates, le dice a la empleada que la admira con los ojos grandes.
Atravesamos la Galería Junín, hablando de boludeces( la interna entre Fabián y Camau).
Atravesamos la Plaza Torrent. Se distrae con las palomas. Me hace ver lo que está delante mío. Como cuando tenía 5 años.
Le compra frutillas a un vendedor ambulantes. Las elige una por una, para un almíbar.
Caminé del brazo con Ena Panguilef. Su sangre estuvo muy temprano en el continente. Nunca lo olvido. Nadie lo sabe, yo sí....