sábado, 21 de noviembre de 2015

El bombón asesino.








Lo que es …es lo que vendrá, compañero.


Las patas del Otro
Todos sabemos lo que fue. El subsuelo de la PATRIA, sublevado, se lava los pies en la fuente de la Plaza. El Otro emerge y se quita la mugre de los tobillos en el living del Amo. El proletario devenido obrero. El creador de la riqueza, explotado, sale a la luz y se refresca los pies. El dueño de la fábrica y de los campos, no soporta tal afrenta.... y no olvidará jamás. El odio, transcurre por esos lugares simples. Poca semiología habita en ellos. El patrón no soporta que su esclavo, reclame nada. Su riqueza no soporta esas cuestiones. Ser humillado en su living, es otra cosa. El escarmiento vino después de un par de décadas nomás…










 30/40/50
Siempre me gustaron ellas. De 30 o 40 o 50. Siempre. No importa la edad que yo tuviera.
Van de las mano de sus hijas adolescentes y a mí, siempre me gustan ellas: de 30, 40, 50. Maravillas calzadas en  jeans barato de tienda de barrio, maestras o profesoras. Anónimas amas de casa. De semblante autoritario. Se sacan la mirada de encima con un leve movimiento de cabeza como espantando a un tábano.
Lo comprendí bien después. Algún sicólogo de cabotaje, diría: Te gustan esas minas porque de niño te gustaban las amigas de tu madre. Mujeres de 30 para arriba. Hermosas, ajustadas en vestidos rojos (siempre polleras, siempre vestidos), volados y el pelo suelto. Las recuerdo en las largas mesas de  asados, mantel de hule, vino y soda en el patio de mi casa. Yo era un niño y nadie reparaba en mí. La moral judeocristina no admite esos pensamiento en un niño. Por lo tanto las miraba  con esa impunidad.




El bombón asesino
La democracia cumple las trés décadas. El escenario armado en la plaza de los pata sucia la espera luego de la tormenta. Ella decide salir a saludar. En el tablado hay mucha gente, de todo pelaje y edad. Jóvenes de La Cámpora, funcionarios algunos, dos pañuelos blancos y un viejito que podría ser yo dentro de 20 años. Ella toma el centro de la escena. Tiene el pelo suelto. Es morocha y sonríe como nadie. Vestida de marfil. Una chaqueta larga, debajo una blusa y una pollera hasta justo arriba de la rodilla, milimétrica. Un cintillo plateado y tacos. La TDA la enfoca y resplandece. Sonríe. A quién me hace acordar?. Cristina baila sobre la plaza.
De pronto suena El bombón asesino. Alguien dispara el play de ese track demencial de Los Palmeras. Un arreglo de cumbia imposible de no bailar. Cadencioso pornobsceno, con una letra igual de demencial:  repostería killer latinoamericana. Un texto a lo García Márquez que Carlitos Tévez hechó a correr por el mundo. Legado de los quilombos que fueron las fuente del cristianismo de Elder Cámara. Música de cabarute. Sangre y sudor de rimmel a plaza abierta. Cristina baila.

Ella es bonita, baila mueve se menea,
se excita 
y a uno se le va parando solita
ella sigue porque sabe que irrita
Es que ella tiene un bombon asesino
se sabe un bombon bien latino
Es que es un bombon suculento
con ese bombon casamiento.

El viejito se le anima y ahí están bailando los dos tomados de la mano. Los demás hacen palmas. Se dejan de llevar por el ritmo zumbador.
De pronto todas las mujeres, todas se acomodan en mi garganta y en mi estómago. Cristina es todas las mujeres. Baila una obscenidad latina, maloliente. Se bambolea se desliza y sonríe como nadie. Levanta los brazos, etéreos, las uñas largas, transparentes. Sonríe. El viejito, que soy yo, se le acerca y la toma de la cintura, la besa, se acerca  a su cuello y ella sonríe, hembraza y maternal en el mismo cuerpo. El viejito trastabilla, torpemente la gira, parece una heladera mientras ella baila supendida en el Pueblo de la plaza. Flota como aquella amiga de mi madre. Camina, y se mueve, viva , como un animal extraterreno.



PD: La Patria es el Otro, dijo y me conquistó