Lo que es …es lo que
vendrá, compañero.
Las patas del Otro
Todos sabemos lo que fue. El subsuelo de la PATRIA, sublevado, se
lava los pies en la fuente de la Plaza. El Otro emerge y se quita la mugre de
los tobillos en el living del Amo. El proletario devenido obrero. El creador de
la riqueza, explotado, sale a la luz y se refresca los pies. El dueño de la
fábrica y de los campos, no soporta tal afrenta.... y no olvidará jamás. El odio, transcurre por
esos lugares simples. Poca semiología habita en ellos. El patrón no soporta que
su esclavo, reclame nada. Su riqueza no soporta esas cuestiones. Ser
humillado en su living, es otra cosa. El escarmiento vino después de un par de
décadas nomás…
30/40/50
Siempre me gustaron ellas.
De 30 o 40 o 50. Siempre. No importa la edad que yo tuviera.
Van de las mano de sus
hijas adolescentes y a mí, siempre me gustan ellas: de 30, 40, 50. Maravillas
calzadas en jeans barato de tienda de
barrio, maestras o profesoras. Anónimas amas de casa. De semblante autoritario.
Se sacan la mirada de encima con un leve movimiento de cabeza como espantando a
un tábano.
Lo comprendí bien después.
Algún sicólogo de cabotaje, diría: Te
gustan esas minas porque de niño te gustaban las amigas de tu madre.
Mujeres de 30 para arriba. Hermosas, ajustadas en vestidos rojos (siempre polleras,
siempre vestidos), volados y el pelo suelto. Las recuerdo en las largas mesas
de asados, mantel de hule, vino y soda
en el patio de mi casa. Yo era un niño y nadie reparaba en mí. La moral
judeocristina no admite esos pensamiento en un niño. Por lo tanto las miraba con esa impunidad.
El bombón asesino
La democracia cumple las
trés décadas. El escenario armado en la plaza de los pata sucia la espera luego de la tormenta. Ella decide salir a
saludar. En el tablado hay mucha gente, de todo pelaje y edad. Jóvenes de La
Cámpora, funcionarios algunos, dos pañuelos blancos y un viejito que podría ser
yo dentro de 20 años. Ella toma el centro de la escena. Tiene el pelo suelto.
Es morocha y sonríe como nadie. Vestida de marfil. Una chaqueta larga, debajo
una blusa y una pollera hasta justo arriba de la rodilla, milimétrica. Un
cintillo plateado y tacos. La TDA la enfoca y resplandece. Sonríe. A quién me
hace acordar?. Cristina baila sobre la plaza.
De pronto suena El bombón asesino. Alguien dispara el
play de ese track demencial de Los Palmeras. Un arreglo de cumbia imposible de
no bailar. Cadencioso pornobsceno, con una letra igual de demencial: repostería killer latinoamericana. Un texto a lo García Márquez que Carlitos
Tévez hechó a correr por el mundo. Legado de los quilombos que fueron las fuente del cristianismo de Elder Cámara. Música
de cabarute. Sangre y sudor de rimmel a plaza abierta. Cristina baila.
Ella es bonita, baila mueve se
menea,
se excita
y a uno se le va
parando solita
ella sigue porque sabe que
irrita
Es que ella tiene un bombon
asesino
se sabe un bombon bien latino
Es que es un bombon suculento
con ese bombon casamiento.
El viejito se le anima y ahí están bailando los dos tomados de la mano. Los
demás hacen palmas. Se dejan de llevar por el ritmo zumbador.
De pronto todas las
mujeres, todas se acomodan en mi garganta y en mi estómago. Cristina es todas las
mujeres. Baila una obscenidad latina, maloliente. Se bambolea se desliza y
sonríe como nadie. Levanta los brazos, etéreos, las uñas largas, transparentes.
Sonríe. El viejito, que soy yo, se le acerca y la toma de la cintura, la besa,
se acerca a su cuello y ella sonríe,
hembraza y maternal en el mismo cuerpo. El viejito trastabilla, torpemente la
gira, parece una heladera mientras ella baila supendida en el Pueblo de la
plaza. Flota como aquella amiga de mi madre. Camina, y se mueve, viva , como un
animal extraterreno.
PD: La Patria es el Otro, dijo … y me conquistó…