sábado, 17 de diciembre de 2016

Hacer cine no es lo mismo que hacer una peli.






Alguna vez salí de una sala porteña con un amigo, un poco abrumados por lo que acabábamos de ver. Una peli impecable desde lo técnico, narrativo y estructural. Caminamos un par de cuadras en silencio, incómodos, por la falta de certezas, con las imágenes dando vueltas en la cabeza. – Qué es lo que no me gusta de esa película?- me animé a arrimar. Lo que no te gustó, me contesta al instante, es que no tiene pelotas.
Creo que fue Orson Wells el que dijo que hacer una película no es tan difícil. Lo dijo un ególatra incurable, pero a la vez lo dijo el autor y director de Ciudadano Kane cuando tenía apenas 25 años. El cine, un oficio que se construyó a sí mismo como casi todas las artes. La academia, los libros, los profesores y los críticos vinieron mucho después, cuando el camino ya fué allanado por los pioneros primero y los maestros después: Griffith, Einsestein, y los que los siguieron en las décadas fundadoras, 20, 30 y 40. Luego, la aparición del cine espectáculo/entretenimiento logra obturar esos formidables procesos y que hoy es un hecho  marginal: el arte cinematográfico. El mainstream ha intoxicado todo el imaginario audiovisual del mundo: el hombre que consume es el hombre que mira Tv y de inmediato internet le coloca delante de los ojos lo que quiere(?), ver. Así es muy fácil caer en las emboscadas del que quiere y el que puede. A la vez  la tecnología logra sintetizar las herramientas para registrar la imagen en movimiento. Las herramientas están cada vez más al alcance de cualquiera, con lo que el oficio se pone al alcance de quien quiera. Aparecen las pelis, los actores, los guionistas, los actores y debajo de cada baldosa las huestes del cine amateur se proclaman cineastas. Tal vez sólo la música haya retroalimentado generaciones de músicos que salieron al arte desde el sólo oficio de tocar un instrumento. Un arte socializante: la música y el cine. Claro que no todos pueden decirse Bob Dylan, o Luis Alberto Spinetta aunque quisieran.  Digo que colocar las palabras Azul, Olvido y Nostalgia juntas, no te hace poeta. Tampoco si amontonás tres planos para traducir dichos estados del alma. O como dijo el gran Juan Gelman: Hay muchos poetas, pero poca poesía.
El último Guácaras 100% Regional ha sido extraordinario. El generoso festival correntino cuya impronta es la de dar pantalla a quien se le anime a la imagen y el sonido logró este año, 2016, un nivel excelente gracias a la selección, en Competencia Oficial, de un par de películas paraguayas que hicieron la diferencia. Zulema, y Marcas en el Agua, Dir. Angel Molina y Kuruzú Rebelde, Dir Miguel Aguero. Películas que por lejos han sido lo mejor del festival, incluso más allá de los premios, que ya se sabe, son pura subjetividad.
La imagen puede contener: una o varias personas, texto y primer plano
Puse atención en el cine de los paraguayos con Cuchillo de palo, Dir Renate Costas, allá por el 2010 y antes con Hamaca paraguaya, Dir Paz Encinas. O sea, me refiero a la generación emergente ya que desconozco a sus mentores originales. Lamentablemente sabemos más de la producción porteña, distante a mil Km de nosotros (cultural y políticamente hablando) que a nuestros hermanos paraguayos cuya impronta está en la música, en los rostros, en el hablar, en el comer, en los silencios piadosos de la política de los mismos capangas y caudillejos que padecemos en colores parecidos. Ellos son un País; a nosotros con un par de provincias nos basta y sobra. Hijos de la Gran Guerra, su magisterio es el del Dolor. Saben arreglárselas solos. Entienden la solidaridad del que se sabe independiente. No tienen un INCAA que los guíe y les diga qué deben hacer, cómo deben mostrarse, qué es lo que se dice y lo que se calla. No tienen un tutor que les enderece y los haga modositos a lo que la “industria” exige. Hacia ese Sur deberíamos marchar, correntinos, chaqueños, misioneros, formoseños y entrerrianos, ya que está.  Digo, dejarnos de joder con la potestad del INCAA y su ristra de supuestos sobre lo que debe ser por sobre lo que se quiere…y se ama. Todo centralismo tiene su periferia. El problema es cuando la periferia  se cree centralismo. No es poco común ver en la producciones locales y regionales, los tonos y atmósferas que pide la estética porteña. Poco importa si se es consciente de ello. El uso ideológico es imperceptible, por algo es ideología. De otro modo, no funciona. Se ha escrito mucho sobre la dialéctica del Amo y el Esclavo,  cuestión imposible de dirimir en este texto. El INCAA será de todos si el mentado federalismo se sale de los sillones entronados en Buenos Aires. Quitar esos bulones es tarea de todos. Mientras tanto y por ahora, de poco nos sirve a nosotros (la periferia),  que somos el Otro. Construyamos el cine con los hermanos paraguayos con los que tenemos más que conversar que con cualquier funcionario porteño, puesto a tutor lento.

Hace un par de semanas pude ver Monoblock de Fernando Cattaneo y Distancia de Joaquín Pedreti (Seleccionado en el Festival de La Habana, 2016) Cine amateur, cine con pelotas (disculpen lo poco académico). Cine correntino. Por ahí viene la cosa si es el cine lo que nos interesa. Este no puede ser decretado por el director ni sus admiradores ocasionales. Es como el vino, con los mismos ingredientes el vino puede ser otro. Es el tiempo quién dictamina , con menor o mayor suerte quién hace películas y si ellas pueden , con el tiempo ser Cine.  Mientras tanto una peli, puede hacerla cualquiera…



















sábado, 26 de noviembre de 2016

Muere Fidel



25 de noviembre de 2016, muere Fidel Castro


Al fin de la batalla, 
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre 
y le dijo: «¡No mueras, te amo tanto!» 
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. 

Se le acercaron dos y repitiéronle: 
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!» 
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. 

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, 
clamando «¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!» 
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. 

Le rodearon millones de individuos, 
con un ruego común: «¡Quédate hermano!» 
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. 

Entonces todos los hombres de la tierra 
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; 
incorporóse lentamente, 
abrazó al primer hombre; echóse a andar...

César Vallejo

viernes, 9 de septiembre de 2016

Perseguidos por la luz



  
  "(...) encontrar el camino más breve entre lo que se quiere decir y lo representado en la imágen finita, es una de las metas más arduas en el proceso de creación. Tender a la sencillez supone una atormentada búsqueda de la forma de expresión adecuada para la verdad que ha conocido el artista" A. Tarkovski

Cae la tarde. Una camioneta cruza la ruta a través de la hora mágica. La estela de luz afuera. Adentro cuatro hermanos del oficio repasan lo hecho (perseguidos por la luz).
Ya saben que todo es materia sensible, no existe lo otro. Las formas de lo que no está sin embargo los envuelve: una presencia ausente , impalpable.
 El cine en estado latente, es sólo formas que se mueven y balbucean algún lugar. Criaturas del tiempo que se contraen y se dilatan reclaman en silencio un lugar en dónde decirse. Una romería de niños viejos son, esas criaturas sin padre y sin madre con las manos en cuenco, mendigando el orden de la luz. Maltratados por el escarnio del Plan, perdidos en el magma digital.
Los cuatro perseguidos envueltos en la oscuridad que les reclama silencio, saben. Y saber no es suficiente. 


viernes, 20 de mayo de 2016

Corriendo en círculos




Corriendo en círculos
un mujer me toma de la mano la beso en la mejilla
me mira si. Me mira
Se calla su nombre. Entrecruza los dedos y se ve andar por 80 siglos
Yo la escucho pero no entiendo a esa mujer.
Me cuenta de un convento de una amiga alemana de la vergüenza
de la orilla de un río helado, de un zótano
Habla con una voz tenue de nieve blanda
Llueve de recuerdos que se le amontonan en la luz de la mañana
Corro en círculos, me tropiezo de mí, no me sale la voz
no sé si soy hijo o padre ya, me atraganto
Tras barrios me separan de esa mujer lejana de luna y monte
me teje un pullover con punto abeja
me coloca un paño frío en la frente con olor a vinagre
me guarda bajo la frazada y apaga la luz
en esa luz aun voy
corriendo en círculos.



lunes, 15 de febrero de 2016

Cine y calle de tierra







Tengo 56 años. Mis mejores años los pasé bajo la dictadura. Poco es lo que mi mente se ha guardado para sí de aquellos años de la ENET N 2. No conservo amigos de aquellos tiempos. Apenas si nos cruzamos a veces y nos saludamos con cierta discreción. En algunas noches de insomnio, trato de recordr sun nombres y apellidos, sus voces, su forma de sonreír, el lugar en que se sentaban en las aulas.
A mi natural timidez le venía bien ir al cine. Desde fines de los 60 al 76, pude ver a los cines de la capital correntina a pleno: Colón, San Martín, Corrientes, el Rex con dos pelis como mínimo por función. El Colón solía pasar cuatro!. Sus trasnoches no eran comparables a los maratones de la Sarli del Cine San Martín...en matinée!, para los compañeros de la ENET que entrábamos de a diez.
Nunca formé parte de cenáculos por lo tanto supongo que me tropecé con ciertas películas por puro azar: Midnight Cowboy, Perros de Paja, Juan Moreira, La Raulito. Sobreviene luego, el largo periodo de comedietas de la factura Enrique Carreras. Cine de facto…y más nada. En el comienzo de la democracia el dique estalla:  Más allá del bien y del mal, El Tambor de hojalata, Apocalipsis now, Tommy.
Ese cine complejo eran como alucinaciones. Producían ese efecto devastador y fecundo a la vez. De algo irreal, onírico y hecho sin embargo de materia pura. Lo mismo me producía escuchar música en la soledad de mi cuarto: Pink Floyd, Led Zeppelin, Pescado Rabioso (Para ir, Jugo de lúcuma), Defilpo-Nebbia (Nadie es tan importante como uno cree.....), Muerte en la Catedral. Los primeros acordes de Fromm the Beginning, Vals de mi hogar, Instituciones, el Jardín de los Presentes. Todo era imagen y sonido. La música sucedía en el Barrio San Antonio, calle de tierra, línea 6 al centro. Ahí estaba el Mercado central, Iñiguez y el comienzo de la calle Junín, Modart, Breyer. Vidriera de conchetos y de los anónimos que caminábamos pegaditos a los escaparates. Supongo que todo aquello salvó lo mejor de mí y lo puso a la vista. El Otro de mí , salía a la luz y pudo no haber ocurrido.
Nunca se sabe del futuro. Salido de Maestro Mayor de Obras , lo lógico era Ingeniería Civil y hacia allí fuí para recular después de año y medio. Fuí a Macchu Picchu con Ana y a mi regreso sabía que era Comunicación Social la carrera (la carrera?). Así fué el encuentro con los amigos de ruta. Tampoco sabía que a fines de 1990 me entregaría a escribir la idea de un guión que sería después Cabeza de Chancho. Mi amigo de entonces(Marcelo Aguirre), le colocaba algo de frescura a los diálogos y escenas, por demás retorcidas que salían de mí. Rodada en 1999 la estrenamos  en 2007 compitiendo en el BAFICI, el festival de Cine Independiente argentino y unos de los más importantes del mundo. Sin formación académica alguna, hicimos con los amigos una película que sintetizaba nuestro pasaje por la década de 1990: oscura, triste, absurda, tierna.
No soy audiovisualista. Es un término demasiado impreciso para definir lo que me gusta. Me gusta el cine, a secas y derecho viejo. Por complejo, por total, por polisémico. La confluencia de lenguajes puestos a jugar con la luz y los sentidos en un espiral la más de las veces, inconsciente. Tratar esas materias de tan sutiles  suele hacernos creer que podemos manejarlas a nuestro antojo. En verdad es todo los contrario. El vértigo sereno que comienza en el guión termina enloquecido en la edición. Un magma digital , frame a frame. Millones de pixeles barriendo el cerebro y contando una historia ocurrida en algún lugar del corazón.
Salir a hacer cine es eso: salirse. No se precisa de la academia, ni de la escuela. Se precisa de buena gente, buenas personas. Sí. Si son buenos técnicos es aun mejor. Si se tiene la misma noción del mundo y de la vida, aun mejor. Si son amigos es perfecto.

Cada baldoza de la ciudad, cada calle de tierra posee una historia. Cada rostro, cada espalda, cada mano, cada cicatriz. En hallar el cómo narrar en imágen y sonido está la clave de una buena peli. Y no hay nada mejor que se gane el corazón de la gente que la ve. Y si no, no importa….ya está hecha.