viernes, 15 de marzo de 2024

 



Caímos en manos de una banda de tilingos, dice la madre de Antonio. Postrada está y espera la muerte con en el sosiego de los años vividos plenamente. Fué tal vez un militante montonera de superficie, tal vez estuvo exiliada, tal vez escondió sus banderas y libros para supervivir la dictadura. Tal vez fué una estudiante de letras y termino sus días siendo profesora de historia, o algo así. Es el back story de una de las dos madres de El Hambre. Largometraje del Cine-Luciérnaga que ando desandando en tiempos aciagos de la Argentina, y finales para la especie humana. Ese cine -que se da luz por sí mismo-, permite a los periféricos de toda centralidad, centrigufar sus amores y deseos al compas de la historia y toda vicisitud.

Estámos ahora en manos de lo peor de la burguesía argentina. Tomando revancha, cargados de odio al peronismo y todo pensamiento Nacional y Popular, operan otro ciclo de saqueo a las clases medias y bajas. Esta vez con condimentos pesados: las mismas clases violentadas eligen a sus propios verdugos que en pleno frenesí algorítmico marchan al patíbulo en conmovedora procesión. La peor derecha nativa, aliada con los EEUU y sus cuevas, al capital financiero mafioso internacional y sus cuevas, las corporaciones depredadoras de las riquezas medioambientales y minerales de la que este país es un vergel. Son La cueva. Se mueven tras las sombras, por detrás de los Estados Nacionales y sus instituciones. Esta vez buscan cambiar de raíz las bases de lo que llamamos a duras penas y despues de varias dictaduras; la Democracia. Esta vez prescindiendo de las FFAA ponen a funcionar mecanismos para-estatales desde dentro del Estado con la idea de reducirlo a su condición mínima sin desaparecerlo. 

Una figura desopilante atrae las miradas. En el medioevo hubiera sido un saltimbanqui, un habitante de Liliput entreteniendo a las cortes sanguinarias de entonces. Ahora es el presidente de la Argentina, elegido en elecciones democráticas. Se retuerce en las aguas ardientes y se va cocinando a fuego lento (la metáfora de la rana hirviente no es verdad). Detrás de él, atizando el fueguito, están Macri o Villaruel, que para el caso no es lo mismo: es lo peor.






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