sábado, 26 de julio de 2014

Caballito de Gaza





Bajé una bolsa de basura con vidrios. Vidrios rotos como una navaja.
Lo bajé al basural y un caballo me miró a los ojos. Luego caminé por la calle de tierra.
De tierra
( doblé la esquina con sus ojos detrás de mi)
Bajé el monoblock sobre las 10 y media de la noche
con dos bolsas de basura
Lo bajé silencioso con mis ojotas de goma.
Antes, imaginé comprarme un güisqui barato en los chinos  y allí me fui con 50 pesos en el bolsillo derecho. Deposité las bolsas,
las dos bolsas en la esquina mugrienta del barrio. Allí donde se juntan mamíferos bípedos y cuadrúpedos a buscar algo que comer.
El caballo y yo nos miramos, eso si…
Luego recordé que un amigo me llamó desde algún lugar lejano
 Habló de una película que no conozco
Y otra vez pensé en comprar el guisky. 34$ (siempre es mucho.)
Los ojos del caballo eran igual a él. Triste y roto en tres partes iguales..
Fui y lo compré: 100 Pipers de luxe, scotch whisky, dice
la etiqueta dorada
(el partido entre cuervos y bosteros terminaba en 0.)
Le pedí una Cafiaspirina a la cajera, mientras la china hablaba en chino de Beijín.


El triunfo de la muerte. Pieter Brueghel

Ya desde el balcón miré abajo y el caballo otra vez me miraba.
Laguna Seca, despierta, y enferma.
El caballo que no deja de mirar.
Se muere él y me muero yo.
De vergüenza infinita
Infinita vergüenza
De pronto llega el camión amarillo,
el caballito se espanta y los mira con los mismos ojazos extraterrenos.
 Se llevan toda la basura  y ahí se aleja solito y hambriento
Se espanta una mariposita de noche  del hocico reseco, cabecea semidormido en su hambre atávico y metafísico ya. .
Flaquito, y solito, roto en tres partes iguales.
Cuando se aleja por la calle de tierra una señora gorda  deja otra bolsita de basura,
de basura ,
de basura.
Bajé las escaleras, miré el partido: cero a cero.
Compré un guiski y bajé la basura
Un caballito me miró y sentí vergüenza
Infinita vergüenza.


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