“Entre tantos oficios ejerzo éste que no es
mío,
como un amo implacable
me obliga a trabajar de día, de noche,
con dolor,
con amor,
bajo la lluvia, en la catástrofe,
cuando se abren los brazos de la
ternura o del alma,
cuando la enfermedad hunde las manos.
A este oficio me obligan los dolores
ajenos,
las lágrimas, los pañuelos saludadores,
las promesas en medio del otoño
o del fuego,
los besos del encuentro, los besos del adiós,
todo me obliga a
trabajar con las palabras, con la sangre.
Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,
rostros oscuros los
escriben
como tirar contra la muerte.”
Arte poética, Juan Gelman
Lo leí por vez primera en una contratapa de
la revista Fin de Siglo, número 16 de octubre de 1988. Dirigida por Vicente Zito Lema era la hija de la legendaria Crisis(en aquél entonces la llevábamos bajo el brazo , como un talismán o algo así.....). Entre los colaboradores se encontraban Rubén Dri, Horacio González, David Viñas, Osvaldo Bayer, Indio Solari, Ricardo Carpani, Emilio Cobiere, Enrique Symns y una largo etcs de maestros de la pluma militante. La tapa se ocupa de la represión a la CGT del 9 de setiembre cuando Nosiglia acusa a los obreros de haber roto las vidrieras de Modart. No soy un nostalgista del pasado, pero, adónde está aquél periodismo, aquellos periodistas?.
La contratapa la firmaba Gelman : Arte Poética. Y digo por vez primera porque si bien revisé sus textos más de una vez, esa vez fuí tocado por él. Es el poder oracular de ciertos poetas , ciertos textos, ciertas palabras.
Desde el 83, Gelman tenía orden de captura y levantan esa orden justo en 1988. Un año después, Menem (sepan disculpar..), lo indulta (!!??). La carta en dónde repudia el acto del Gran Traidor la publica el Página/12 de entonces. Ese año sobrevive a cuatro paros cardíacos.
Tengo esa revista ahora en mis manos, amarillenta y con el lomo curtido. La trato con cuidado como una novia nueva. Aquél texto epifánico lo transcribí en un cuaderno en
donde reunía cosas parecidas, de esas que apuradamente llamaba poesía. Luego,
con los años, en un taller, el poeta correntino Sanchez Aguilar, me prestó
Cólera Buey (1965, reeditado en el ´94). Ya entonces sabía bien quién era Juan Gelman (escribía su nombre
con minúsculas).
Leer sus contratapas en el Página es de rigor. La del domingo
pasado titulaba: Francia: Oro sí, China
no. Siempre disparando munición gruesa contra los poderosos del mundo.
Mientras el “periodismo” de hoy se gasta en el affaire Hollande, nuestro Juan Gelman, El Periodista, golpéa donde duele y donde está la noticia.
El página lo homenajea hoy con un poema de
Gotán (1056-62, reeditado en 1996).
FINAL
Ha muerto un hombre y están juntando su
sangre en cucharitas,
querido Juan, has muerto finalmente.
De nada te
valieron tus pedazos
mojados en ternura.
Cómo ha sido posible
que te fueras por un
agujerito
y nadie haya ponido el dedo
para que te quedaras.
Se habrá comido toda la rabia del mundo
por
antes de morir
y después se quedaba triste triste
apoyado en sus huesos.
Ya te abajaron, hermanito,
la tierra está
temblando de ti.
Vigilemos a ver dónde brotan sus manos
empujadas por su
rabia inmortal.
Gotán (1962)
Gelman les graba los sueños a los hijos. Todas las mañanas, les pregunta qué soñaron en la noche a Nora y Marcelo, sus hijos (Un hombre entra a su casa y el olor / de sus hijos le golpea la cara”).
Gelman escribe a máquina en una vieja Olivetti.
Gelman fuma como un caballo y escabia Juancito Caminador.
Gelman se pregunta para qué sirve la poesía
Gelman escribe por la noche y un juan incandescente nos mira la nuca....
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