Cuando la nube de langosta pasaba, caía
mierda del cielo, me dijo una vez papá.
Sus
palabras estaban llenas de imágenes. La
manga, decía, tapaba al sol. Y ya
está. El sol estaba oculto tras una oleada de tucuras hambrientas, que mientras
buscaban otro sembrado, vaciaban el estómago, para seguir comiendo.
Los
vecinos defendías sus chacritas como podían. Golpeando ollas y latas,
revoleando trapos, corriendo a pie o a caballo, para evitar que desciendan
sobre el maíz, los plantines de tabaco o algodón. El trabajo del año, devorado
por un sólo insecto multiplicado por millones.
Las saltonas sin embargo, avanzaban una tras otra, encimándose en un
solo frente, oscuro, imparable. Se cavaban trincheras, se colocaban chapones,
se las emboscaba y se las quemaba con lanzallamas. Un olor insoportable entraba
por las fosas nasales y se quedaba dentro por meses. Lo que se comía, tenía el
sabor de tucura sancochada. Una enorme locomotara era detenida en plena marcha.
Las ruedas perdían adherencia sobre la pasta del bicho que untaba las vías, por
hilómetros. Una locomotora y sus vagones. Un tren completo, detenido en medio
del campo, cubierto por un solo manchón marrón de lado a lado. Las imágenes que
me trasnmitió Loreto con sólo decir.: La
manga, tapaba al sol.
Un tal Juan, las enfrenta....
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