Las
palabras y los sentidos cambian según el lugar en que se las aprende y se las
pronuncia.
La
lluvia no es la misma para alguien que nació en el campo y otro que vive en la
ciudad. Tomar distancia es interesante para saber como suena sobre el techo de
zinc. Un hombre de campo nunca dice: - qué hermoso atardecer!. El sol para él
es un aliado o un anemigo. Todo depende.
Acá
en el monoblock B suena de lo lindo. No sé cómo sonará en los techos del Barrio
La Olla. Pobrerío de sobre llovido,
mojado.
Ahí
se posan un par de palomas en el techo vecino. Las veo a través de la ventana
verde de mi cuarto.
Cuando
vivía cerca del Pirayuí las palomas eran unas u otras: Picuí, Torcaza, Yerutí.
Todo depende.
Acá,
ciertas palabras no hubieran tenido
sentido en dónde mi niñez andaba de monte y ñangapirí: mouse, monitor, LCD, Procenex,
fibromialgia, cervical, Pregabalina 25mg, Macbook, carré de cerdo, Red Label,
facebuk, Listerine, split, etcs.
En
el campo mi viejo me enseñó ciertos sonidos. El pájaro yaguá, la perdiz, los
suirirí cuando bajaba el sol. No era necesario levantar la vista para verlos.
Ñacaniná, curiyú, lobizón, teyurugai. Cuando llovía mucho se pedía que escampe
o se clavaba un hacha en la tierra.
Aun así, alguien cocina unos
chipacueritos. El olor a grasa derretida me hace tener ganas de comerme uno. La
lluvia no es para todos igual. Y las palabras se dicen y se padecen según el
lugar. Todo depende.
Lo
digo yo en el tercer piso y cuando la lluvia paró, por fin.
Las fotos fueron tomados por Leo Campodónico durante el rodaje de Helicóptero
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