sábado, 1 de febrero de 2014

El Documental III




La idea de Apipé , la isla, comienza con otras varias. La isla doble: el accidente gográfico y su estatus de enclave( La isla es argentina pero sus aguas pertenecen al país hermano de Paraguay). El singular islamiento tiene más de un malentendido. Cómo son vistos por los ojos comunes ( o sea los nuestros), sus habitantes? .
Los medios como bien sabemos son solo medios. Y que se hayan convertido en el principal ariete de intereses corporativos y el lugar en dónde la realidad adquiere una condición relativa a esos imaginarios, es una novedad siniestra.  En esos caldos se cuecen la objetividad, la corrección política, la buena conciencia, el miserabilismo. Ahí están los medios construyendo, representando, mediando entra la realidad y lo real.
El miserabilismo es uno de los modos en que la buena conciencia se expresa. Ideas del Sur (la productora del Marcelo Tinelli), en 2010, tuvo la idea de acercarse a los isleños y ayudarlos, previa jodita: el miserable bendice con su condición a los demás, expía sus culpas y luego puede matar a su propia madre en un solo plano secuencia. La idea en cuestión era bastante pavota ( no es difícil imaginar a sus jóvenes productores en un brainstorming  adobado en sushi, wisky, colas dietéticas y merca de la buena): un extranjero caracterizado por el infable Matías Alé, les informa a los habitantes que deben abandonar la isla. Al fin del chiste- conjeturaban-, los pobladores, luego de la previsible sosobra, se hacían adjudicatarios de una lancha para navegar las aguas del Paraná. La cosa terminó mal. La lancha (deportiva!!), aun hoy esta en un predio de prefectura, deshacida por el sol.

Walter Barberán y la lancha de Tinelli

Esas  y otras cosas fueron el motor que nos empujaba al tema en cuestión, a la historia, o como dice Kassovsky el descubrimiento que es un documental: del otro y de uno mismo. A la vez constatábamos, cómo algunos medios de la región, se solazaban con cada inundación y las miserias con que cada habitante la enfrentaba, sin irse.
Con esos itinerarios le fuímos dando rumbo a Apipé , La Isla. Walter Barberán la conocía bien, porque conocía bien a sus habitantes, por lo tanto fue el responsable de la preproducción. Escribí el guión con sus aportes y arrimamos un primer borrador en compañía de la Lic. Mari Bar: la influencia de los medios en la isla y sus jóvenes. La noticia de que ganamos el concurso llegó pronto y nos hizo felices. Por primera vez contábamos con dinero para rodar. El Estado entraba a tallar en el audiovisual y todo cambió, para bien.
Aquél primer acercamiento desde el guión, no fue bien recibido por los amables “tutores” del INCAA y resolvimos darle otra dirección. Parecida pero no igual.
Así fue que decidimos apoyar la historia en dos jóvenes isleños, su relación con ese pedazo de tierra argentina y su relación con lo otro (que somos nosotros). 
Pedri Aguirre diseñó 10 días de rodaje y allá fuímos, a la Isla Apipé Grande.
Madrugada en la isla. Pedri repasa la logística y yo en el vértigo de la previa al rodaje

Encontramos a Rubén y Silvina, sus padres y abuelos. Al amor a la tierra, la incertidumbre, la masedumbre de sus ojos, la calma de cada día y cada hora surcada por una brisa suave que recorría Colonia Uriburu hasta San Antonio de largo a largo. Y el omnipresente sonido de la represa Yaciretá, río arriba.
El documental siempre mira a los ojos...




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