El ombligo
Un rumor de alegría entraba anoche del living al cuarto.
Decidí apagar la luz y de inmediato el sueño se me fué. Entra el barrio por la
ventana atorada de la Medrano. Escuchan música, se ríen y se ríen. No les
importa el mundo y lo bien que hacen. Mirándose con candor el ombligo, festejan
estar. El ombligo, único lugar concreto
que nos conecta a nosotros mismos (antes de que el cerebro, nos sacara del
mundo). Desde el vientre se viene a la vida y desde ahí a la muerte (el cerebro
no ama lo real), sabemos que el ombligo somos nosotros conectados al mundo. Y viceversa.
Flotan como insectos en la luz blanca. Bailan el frenesí del
sin saber, al compás del Aquí y el Ahora; celebran encapsulados, burbujitas. La
habitación parece poblada por mí; sin embargo son más. El dolor multiplica al
dolor y desdobla a todos los seres que me habitan…somos unos cuantos.
La piedra disuelta
hierve en el hielo,
escribo en un anotador. Llueve el mundo y
sus criaturas.
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