En aquella primavera me fui y aun no volví.
(Hay ciertas tardes que demoran
en concluir ).
El crepúsculo es entonces , una larga procesión de miradas
sin testigos..
Una mitad gris, la otra también.
Me dice “Te
quiero” desde quién sabe donde.
Me llena en su amor delicado de agua fresca.
Tal vez un plenilunio de cerezas,
tal vez la constelación de Orión.
Sirio boca abajo y
que se abra el río nomás
y que se vaya al mar
si nada lo detiene
en su primitivo andar nervioso y helado .
La luna sobre el Atlántico se reclina y marca el fin del
mundo....
Amanece en Las Grutas, virgen de todo...
( y me emborraché sólo de ella, mirándola,
me emborraché, compañero, solo mirándola,
me dolía el cuerpo de sólo mirarla, en una edad lejana pero
mía,
por siempre.....en el sur del sur.)
Si tan solo pudiera tocarla otra vez ( hermana mía, otra vez...)
La miré de lejos y cuando la toqué, se fue de nuevo
ardiendo sola, a mitad de los setenta
sin que nadie escribiera una puta línea al respecto.
Quise que dure. Que dure quise...y se fue
como en una mala
película , se fue por la playa, toda sal,
mitológica, carne y hueso de otro lugar.
Y le puso fin a mi cuaderno de pendejo
y su rosario de pecados enternecedores, de nada...
Annmarie Heinrich
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