miércoles, 18 de septiembre de 2013

Jurados y hongos silvestres




A la hora de pedir yo miro los precios antes que nada. Luego decido, siempre calculando lo que hay en la billetera. El fin: un lomo con hongos patagónicos, puré de papas, y un Ventus Robles, malbec.
Hay chilenos detrás mío y una morocha de flequillos, con cara de artista plástica. Delante mío cuatro muchachas comiendo un paté de truchas con pan casero.
El lugar fué fundado por un tal Goye allá por 1935. Todo camino de tierra y piedra. Antes de entrar un cartel enorme anuncia el asfalto. Y debajo, escrito en aerosol la palabra: Mentira. 
Una chimenea con dos mapuches tallados en madera. Suena música maraca británica tipo Erasure, Blur o cosa por estilo.
Atendido por mujeres. Todas sonríen.
Le contesté a Marcel. Defiendo a la Ballester Molina. Eva me grita cosas, no me perdona otras, me trata de estúpido. Dionisio se agazapa y obedece a regañadientes. La vieja pistola 45 se convierte de fetiche (todo fetiche tiene vida propia),  a cosa cualunque.
Celina sonríe desde lejos y Diego creo que me cree algo. Por lo menos desde la más absoluta ignorancia de lo que se ignora. 
Qué se hace cuando un concurso dicta cosas desde la ideología?. Lo ideológico por definición permanece en la oscuridad y desde ahí alumbra el camino a seguir. Los que se salen, pierden. Los concursos tienen a los ganadores elegidos de antemano. Poco importa si el jurado es consciente o no  de ello. Lo ideológico funciona porque no se lo percibe. Una vez escuche o leí , no lo recuerdo: el mejor truco del Diablo es hacernos creer que no existe.
Peter Greenaway  me dice desde la tv: No importa si estas en Japón o Tierra del Fuego, todos filman a lo Hollywood. 
Es bueno saber estás cosas cuando se escribe un guión , o se participa de un pitching, o se compite en un concurso, o se escuchan las "sugerencias" de "capacitadores" dizque "neutrales".




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