jueves, 8 de agosto de 2013

Mi Padre I





sábado 3 de agosto de 2013

Ayer fuimos con Loreto a su pueblo; Puerto Tirol. Ahí se crío con sus hermanos a la buena de Dios. O mejor dicho a la buena de Loreto para no ser injustos. De niño trabajó, luego de adolescente, luego de jóven, luego de hombre trabajó y trabajó.
Estuvimos toda la mañana visitando a la parentela diezmada por el tiempo.
 Ya de regreso, pasamos cerca de la “laguna” del pueblo. Partida al medio se convirtió en un tajamar llena de mugre. Dijo algo, mirándola desde la ventanilla del auto. En ese momento, supongo que su cuerpo se tiró a nadar y pescar. Ahí se salió del auto, supongo, y se sambulle en el agua barrosa, su cuerpo de 12 añitos, bajo el solazo de la siesta.
Salió a comer tuna
A cazar torcazas
A cosechar mandioca en campo ajeno.
Miel de lechiguana, la luz chaqueña, polvo y monte.
Su jardinera va de pueblo en pueblo( vende pan, en Fontana, Vilela, y más allá. Regresa con su libretita detalladas de números prolijos. Saca el dinero y hasta la última moneda le entrega a su empleador con aire altanero. Sale y se va a la casa de la madre y  deja la paga sobre la mesa de madera.
La abuela Laí era renga. Tenía un rodete sobre la nuca y un aire severo que se le iba cuando sonreía. La recuerdo con una mirada huidiza e intensa a la vez. Si te miraba a los ojos, te miraba a los ojos. Los crió a los azotes, literalmente. Los obligó a estudiar a todos. Siendo analfabeta era sabia: estudiar, era salir de pobre.
Papá no conoció a su padre o no quiso conocerlo. Cierta amargura hay en sus palabras cuando lo recuerda.
Ayer visitamos a lo queda de su familia. Al tío Félix( Raúl regresó a Baires en dónde tiene su otra vida).
Félix cumple 83 y parece más viejo que su hermano (87 años). Trabajador albañil toda su vida, peleador callejero, de vino tinto y mujeres. En Buenos Aires, un comisario y una pollera se cruzaron en su camino. Lo molieron a palos hasta casi matarlo.
Ayer en la despedida, caminaron juntos hacia la puerta, de la mano. Caminaron de la mano hacia la puerta de salida, atravesaron el patio de piso de tierra. Eran dos niñitos viejos, muy viejos. Se abrazaron. Félix llora, papá no. Regresamos en silencio. Doblamos una curva. Sólo dijo: la laguna famosa de Puerto Tirol.  No sé qué veían sus ojos , pero me lo imagino.
Adónde se va el niño que fuímos? Regresa a acompañarnos ya viejos?. Camina a nuestro lado?, nos ayuda?,
nos habla de aquel cielo ya ido....







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