lunes, 15 de febrero de 2016

Cine y calle de tierra







Tengo 56 años. Mis mejores años los pasé bajo la dictadura. Poco es lo que mi mente se ha guardado para sí de aquellos años de la ENET N 2. No conservo amigos de aquellos tiempos. Apenas si nos cruzamos a veces y nos saludamos con cierta discreción. En algunas noches de insomnio, trato de recordr sun nombres y apellidos, sus voces, su forma de sonreír, el lugar en que se sentaban en las aulas.
A mi natural timidez le venía bien ir al cine. Desde fines de los 60 al 76, pude ver a los cines de la capital correntina a pleno: Colón, San Martín, Corrientes, el Rex con dos pelis como mínimo por función. El Colón solía pasar cuatro!. Sus trasnoches no eran comparables a los maratones de la Sarli del Cine San Martín...en matinée!, para los compañeros de la ENET que entrábamos de a diez.
Nunca formé parte de cenáculos por lo tanto supongo que me tropecé con ciertas películas por puro azar: Midnight Cowboy, Perros de Paja, Juan Moreira, La Raulito. Sobreviene luego, el largo periodo de comedietas de la factura Enrique Carreras. Cine de facto…y más nada. En el comienzo de la democracia el dique estalla:  Más allá del bien y del mal, El Tambor de hojalata, Apocalipsis now, Tommy.
Ese cine complejo eran como alucinaciones. Producían ese efecto devastador y fecundo a la vez. De algo irreal, onírico y hecho sin embargo de materia pura. Lo mismo me producía escuchar música en la soledad de mi cuarto: Pink Floyd, Led Zeppelin, Pescado Rabioso (Para ir, Jugo de lúcuma), Defilpo-Nebbia (Nadie es tan importante como uno cree.....), Muerte en la Catedral. Los primeros acordes de Fromm the Beginning, Vals de mi hogar, Instituciones, el Jardín de los Presentes. Todo era imagen y sonido. La música sucedía en el Barrio San Antonio, calle de tierra, línea 6 al centro. Ahí estaba el Mercado central, Iñiguez y el comienzo de la calle Junín, Modart, Breyer. Vidriera de conchetos y de los anónimos que caminábamos pegaditos a los escaparates. Supongo que todo aquello salvó lo mejor de mí y lo puso a la vista. El Otro de mí , salía a la luz y pudo no haber ocurrido.
Nunca se sabe del futuro. Salido de Maestro Mayor de Obras , lo lógico era Ingeniería Civil y hacia allí fuí para recular después de año y medio. Fuí a Macchu Picchu con Ana y a mi regreso sabía que era Comunicación Social la carrera (la carrera?). Así fué el encuentro con los amigos de ruta. Tampoco sabía que a fines de 1990 me entregaría a escribir la idea de un guión que sería después Cabeza de Chancho. Mi amigo de entonces(Marcelo Aguirre), le colocaba algo de frescura a los diálogos y escenas, por demás retorcidas que salían de mí. Rodada en 1999 la estrenamos  en 2007 compitiendo en el BAFICI, el festival de Cine Independiente argentino y unos de los más importantes del mundo. Sin formación académica alguna, hicimos con los amigos una película que sintetizaba nuestro pasaje por la década de 1990: oscura, triste, absurda, tierna.
No soy audiovisualista. Es un término demasiado impreciso para definir lo que me gusta. Me gusta el cine, a secas y derecho viejo. Por complejo, por total, por polisémico. La confluencia de lenguajes puestos a jugar con la luz y los sentidos en un espiral la más de las veces, inconsciente. Tratar esas materias de tan sutiles  suele hacernos creer que podemos manejarlas a nuestro antojo. En verdad es todo los contrario. El vértigo sereno que comienza en el guión termina enloquecido en la edición. Un magma digital , frame a frame. Millones de pixeles barriendo el cerebro y contando una historia ocurrida en algún lugar del corazón.
Salir a hacer cine es eso: salirse. No se precisa de la academia, ni de la escuela. Se precisa de buena gente, buenas personas. Sí. Si son buenos técnicos es aun mejor. Si se tiene la misma noción del mundo y de la vida, aun mejor. Si son amigos es perfecto.

Cada baldoza de la ciudad, cada calle de tierra posee una historia. Cada rostro, cada espalda, cada mano, cada cicatriz. En hallar el cómo narrar en imágen y sonido está la clave de una buena peli. Y no hay nada mejor que se gane el corazón de la gente que la ve. Y si no, no importa….ya está hecha.






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