sábado, 8 de junio de 2013

Herzog, el cíclope II







Aguirre, rodeado de pequeños monos amarillos a la deriva en su balsa de palos. El poderoso torrente lo lleva, turbulento y con la piedad en su lecho de piedra y de la buena muerte. Sabe que está todo perdido?. Se enteró de que ya no hay remedio?. Klaus nunca miente cuando gira la cintura y se mira en la desolación de la especie.
Werner habla mirando al lente. Las palabras  caen al suelo, se le caen de la boca. La cara inmutable. Solo en sus ojos se ve que hay un asesino detrás. La poderosa presencia de Kinski sobrevuela la charla.
Más tarde confiesa, que siempre quiso asesinarlo. Este le toca el hombro , lo besa en la boca. Se saca una foto copulando con un árbol caído . Una mariposa lo besa en el colmo de la piel y de el amor entre seres elementales. Se sonríe a sí mismo, y Woyseck se sube a su acantilado filoso, a matar lo que ama.
Werner lo ama. Es fácil saberlo cuando se tiene amigos......


                                          Klaus Kinski, (Aguirre , la ira de Dios, 1972)


                                                           Con un arma en cada mano...

                                                        Werner Herzog

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