martes, 01 de febrero de 2000,11.45hs
Este espacio lo uso para compartir algunas de mis obsesiones. Algunas domésticas , otras que son parte central de mi vida.
martes, 27 de mayo de 2014
Cuaderno de viaje
martes, 01 de febrero de 2000,11.45hs
viernes, 23 de mayo de 2014
Una película me miró en El Mariscal
Anoche
fuí aver una película en El Mariscal. O mejor dicho, como suele ocurrir algunas
pocas veces, la película me miro a mí.
En
el bello entrepiso, cuyo balcón da a la calle Salta, unos pibes( no conozco a
los organizadores), proyectan piezas cinematográficas sobre una de las paredes
de la antigua casona de los Nalda (dicen que por ahí anduvo José Hernández en
su paso por Corrientes).
No
había mucha gente, hacía frío. Cuando entré recordé una frase del viejo y
querido Bukowsky: Qué extraño…todos son
más jóvenes que yo…
La enorme mayoría del cine que se hace en el
mundo, es desconocido. No sólo porque los circuitos de distribución/exhibición
está en manos de corporaciones vinculadas a Hollywood, sino porque simplemente
es imposible ver todo. Me pregunto si es necesario- si se pudiera-, verlo
todo. Como ocurre con ciertos libros,
leyendo uno, se pueden leer muchos otros. La literatura tiene ese designio
totalizante, oracular, místico, en donde la historia y la cultura se despliegan
ante nuestros ojos , casi siempre ignorantes, azorados. El cine (o mejor,
cierto cine) , también. La poesía en particular(cierta poesía…), transcurre
esos territorios de la imagen o la palabra con su cualidad más esencial: la
ubicuidad. Vincular a la poesía con lo
bello es un malentendido. La tragedia, el dolor, lo siniestro incluso, lo
pavoroso de lo humano son materias primeras en estos escenarios por dónde
andamos los que somos y estamos en el mundo.
Cuando
bajé las escaleras luego de ver Bad Boy Bubby (1993), sentí que en verdad,
descendía. Reconectar al mundo suele ser arduo en sus cosas más domésticas como
saludar y sonreír al mismo tiempo, la cortesía, no patear las sillas de los
parroquianos, querer salir salir a la calle y respirar el aire nocturno de
fines de mayo.
El
cine australiano posee la tensión de algunas
colonias o semicolonias. Aporta a la industria global directores y
actores excelentes por un lado y por el otro vomita autores como Rolf de Heer.
Le pasa al cine mexicano y nos debería pasar a nosotros.
Los
primeros 10 minutos son revulsivos. No es del género gore ni nada parecido, es mucho más oscuro y en su oscuridad brilla
como un piedra negra.
Dicen
que Truffaut se arrimó al tema de la exclusión cultural, el proceso educativo
de un “salvaje” en El Pequeño Salvaje. No la ví. El maestro W. Herzog transcurrió ese camino con El Enigma de Kaspar Hauser. El encierro de los hospicios y
la locura en Alguién voló sobre el nido
del cuco(1975) y la también muy premiada Forrest Gump (1994), que sí las ví, y si son premiadas por el
establiment es por que esconden detrás a la buena conciencia y al status quo cultural culposo con que se
diseñan productos amables, en la gran factoría del Hermano Mayor.
Esos
10 primeros minutos son un golpe al plexo. Es el momento en que se quiere
cerrar los ojos para no ver eso que brilla y destella y nos toca el alma. De
ahí en más es un tren fantasma. Cada plot
point es un abismo. Impredescible, alucinado como los ojos azules de Bubby
en busca de algo de piedad y redención. La crueldad es la del capitalismo y sus
símbolos con que nos han aterrorizado desde niños. A Bubby lo vigila un Cristo
sin cabeza y una madre de enormes tetas que lo somete a su antojo. Un día Bubby
decide salir al mundo y nos lleva con él. Y con él padecemos un mundo que hace
metástasis llevandonós a todos adentro.
Existes dos escenas de una belleza trágica. En una de ellas abraza a una parapléjica y le confiesa que no puede amarla. Porque su corazón es de Ángel.
La otra, cuando un sacerdote, en una planta nuclear!!, le dice que Dios no existe. Describirlas es obviamente imposible, menos explicarlas. Verlas sentadito en una silla, es una experiencia abrumadora.

Existes dos escenas de una belleza trágica. En una de ellas abraza a una parapléjica y le confiesa que no puede amarla. Porque su corazón es de Ángel.
La otra, cuando un sacerdote, en una planta nuclear!!, le dice que Dios no existe. Describirlas es obviamente imposible, menos explicarlas. Verlas sentadito en una silla, es una experiencia abrumadora.
Que
sea Bubby el único inocente, no nos salva de ser condenados. La empatía con el
protagonista , (un recurso caro a los guionstas yankis), no se dá, porque los
otros, somos nosotros.
viernes, 2 de mayo de 2014
El Zorro y Burlero
En
estos días están pasando un documental en INCAA Tv llamado Montando al Zorro.
Dir Juan Domínguez, 78’.
En el 2010 fuí jurado del FESAALP ( Festival
de artes audiovisuales de La Plata) de largometrajes ficción y corría el rumor
de que era el mejor de los documentales en competencia. Conocía a su director. Estábamos comiendo en
un barcito aledaño a la sede y llegó en bicicleta. Un tipo manso como el
caballo que retrataba en su película. El Zorro era manso hasta que lo ataban al
palenque para domarlo.
Nunca
me gustaron las jineteadas para el espectáculo. Tampoco las corridas de toros a
pesar de que la tauromaquia, tiene milenios de desarrollo cultural. El hombre
que , enfrentándose a la bestia se enfrenta a sí mismo.
A
veces recorro el canal español y me quedo mirándo un rato sólo para ver si el toro de lidia lo ensarta de una buena vez.
Muchas veces tuve suerte y lo ví. La mayoría de las veces el torero hunde el estoque hasta el corazón
del bello animal y es el único vencedor. Una vez en 1985 vi a un toro matar a
ese hombre que se empecinaba en lastimarlo y engañarlo con una capa roja. El
nombre de ese animal no se me borró nunca de la mente: Burlero.
Cuando
José Cubero, El Yiyo, se cansó de
tantas Verónicas y serpentinas,
preparó el estoque. Apuntó y se tiró sobre Burlero hundiéndolo hasta la
empuñadura. No salía del movimiento cuando un cuerno lo engancha en una pierna,
cae. Los dos asistentes tratan de distraerlo, pero Burlero no se deja engañar,
lo mira en el suelo y lo ataca. Burlero tiene el estoque clavado en el lomo, le
atraviesa el homóplato hasta el corazón sin embargo tiene fuerza para hundir el
cuerno en el costado izquierdo de El Yiyo.
Lo levanta y lo sostiene en el aire infinitos segundos y luego lo apoya en el
suelo casi piadosamente. Yiyo da tres o cuatro pasos y se derrumba muere con 21
años. Dicen que dijo: Peli, ese toro me
mató….
Más
allá tambien Burlero se arrodilla, herido de muerte.
Juan
Domínguez realiza una batalla de ese tenor para buscarlo a su caballo. Por un
momento es el toro, en otro es el torero. Corre fines de los 70, El Zorro
todavìa no es una leyenda. Comienza a hacer fama luego de bajar una y otra vez
a quién pretenda montarlo y asó comoenza
a correr la voz en la zona de Tres Arroyos, de que hay un tordillo
indomable. Alguién le sugiere a su dueño
de que es un cabalo de jineteadas y así comienza a recorrer esos escenarios en
dónde el coraje y la pericia se mide en segundos. Comienza la leyenda a
principios de los 80.
Juan consigue los tapes y grabaciones en dónde se lo ve
tirar al suelo una y otra vez a jinetes engañados con su paso manso al palo,
hasta que le colocaban una montura y lo soltaban. Grabaciones en 8mm, super 8,
betacam y vhs. El Zorro atraviesa fronteras voltando jinetes. Juan lo busca a
través de los diferentes formatos, interviene la imagen, con proyectores de
16mm y proyecta la imagen sobre el lomo de un caballo del mismo pelaje que el
Zorro. Interviene desde el graph, desde su off, evocatorio y amoroso para tocar
a su protagonista. Hace una puesta en ficción. Recrea una operación en una de
sus patas. El super 8 granulado y lejano es manipulado una y otra vez por Juan
para contar la historia del caballo invencible.
Muere de viejo cuidado por su
dueño en Cascallares.
El
documental estuvo en el BAFICI. Gana en el FESAALP de 2010. Juan recibe el
premio manso como su caballo al que lo sacó de imágenes ya olvidadas como un
antropólogo encuentra huesos y les da identidad e historia.
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