sábado, 20 de septiembre de 2014

Grupo La Mano, cine en VHS



A fines de los 80 nos compramos una cámara SVHS en sociedad con Alain Charpentier. La idea era vivir del video y esas cosas (!?).
Nos conocimos en la Carrera de Comunicación Social, la escuelita, enfrente de la Plaza 25 de mayo. La profe de Teoría de Comunicación nos presenta a Saussure, la Casco al Informe Mc Bride, Merlo a Weber y los atributos del estado Nacional Moderno, pero de cine ni hablar. La Comunicación Popular era una lucecita que se acercaba a través de libros que conseguíamos de mano en mano (Editorial La Crujía), la Fin de Siglo nos lleva a la Crisis con Eduardo Galeano y su staff de guerreros de la letra bien escrita. Salimos a militar en la Radio Alternativa Comunitaria Pío X( una experiencia de comunicación popular única e indeleble), y el amor al micrófono nos acompaña hasta bien entrado el nuevo siglo. En ese proceso la amistad se nos mete en el corazón como un condimento agridulce, siempre hasta la madrugada, siempre caminando o en bicicleta y en las barriadas. Disipación, política y el deseo omnipresente de vomitar en todo momento: corrían los 90.
Intervienen la Provincia de Corrientes. Claudia Bello desembarca con un grupete de yuppies menemistas con ganas de entrarle a todo.  La aldea comienza a hervirse en un caldo que estalla en el 99.

"Este mundo, esta empresa, este mundo de hoy 
que te esnifa la cabeza una y otra vez 
en una línea y otra línea 
y otra línea más.
Voy cumpliendo como puedo
yo trabajo acá "
Rock para los dientes. Patricio Rey

Estoy en esos días en TCC, el canal comunitario cuya antena se instala en lo alto del tanque de agua del Hogar Escuela. Manejo una Panasonic de piso, flamante. Yo mismo abro las cajas que vienen de Baires, trípodes, cables, consolas, luces. Ahí lo conozco a Tedy Bustamante. El canal sale a competir con Canal 13 de Corrientes y por segunda vez estoy en un proceso comunicativo fascinante y fugaz. Ahí comprendo cómo se hace Tv de aire, casi de la nada y con un grupo de improvisados maravillosos. 

 En ese momento decidimos comprarnos la AG 455, dos inalámbricos Azden (con la idea de rodar Un Toro Verde), un trípode Manfrotto. Nunca supimos hacer un puto peso, pero arrancamos con el cine. De prepo. Tedy , me da un par de lecciones de mala gana con sus modos pachorrientos y siempre justo, con toda la experiencia encima. Una noche de lunes, al lado del Paraná, se lo agradecí. Él respondió apenas con una sonrisa y cambió de tema.
Lo primero que hicimos con los amigos,  fue rodar un mediometraje. La Noche Boca Arriba cayó en mis manos no sé cómo. Siempre pensé que estaba incluído en Todos los fuegos el Fuego y hoy me entero que es uno de los cuentos de Final de Juego. Ya para entonces había leído Rayuela y El libro de Manuel. Nunca me gustó mucho Julio Cortázar, pero el cuento ya lo elegí y en un sólo movimiento, elegimos actores y locaciones. La adaptación es una total falta de respeto, pero de eso se trata adaptar.
El protagonista es Horacio "Chirola" Fernández , obviamente , aunque en ese momento no era tan obvio. Nuestro protagonista sufre un accidente en una moto y comienzan sus alucinaciones: unos indios lo persiguen. La ficción y lo real es lo mismo. Dos realidades colisionan en la cabeza de un tipo: una doméstica , la otra sucede en otra dimensión. Yo, para eso, había probado con hongos alucinógenos, por lo que la experiencia me resultó relativamente sencilla. 
Los actores secundarios eran un montón. Dos locaciones para las dos dimensiones que atormentan a nuestro protagonista. Uno urbano, el otro salvaje. Miguel Quijano nos abre las puertas del Hospital Vidal, las niñas Bizama (Pía camina las veredas con un delantal blanco, compra unos chupetines y luego es testigo del accidente). Las locaciones son una vieja casona de Buenos Aires al 200. El choque lo rodamos un poco más allá frente al Parque Cambá Cuá. 
Luego salimos todos a Empedrado, a rodar La Guerra Florida. Entre las barrancas estuvimos dos días de rodaje. Elsita todo terreno, Ana como siempre atizando el fuego, Mario Quinteros hace el arte, Marcelo Benítez de indio. Una patrulla desquiciada, comiendo guiso y tomado tinto de damajuana. El mismo equipo nos acompaña seis años después con Cabeza de Chancho.







 Esa es la génesis del Grupo La Mano. Cinco guachos, huérfanos de padre y madre, hijos de la dictadura, transitando los 90 como pisando vidrio.








domingo, 14 de septiembre de 2014

El Amor es filoso ( invocaciones sobre La Ballester Molina)




No sé cómo arrancó la idea original de La Ballester Molina. Creo recordar unos días de excesos en San Cosme con unos amigos, una pileta, una casa, música y mucho alcohol. Un árbol de mango enorme, nos guardaba del sol del verano que calentaba el arenal de las calles del pueblo.
Horacio entraba y salía de sus remolinos. A veces se pone como un volcán . Otras veces no se puede más que reirse. Ahí estaba al borde de la pileta, de madrugada y al amanecer. Desnudo.
Con Alejandro imaginamos una emboscada. Una balacera descomunal. Un tipo que acepta la muerte, cansado de que lo persigan. Se inmola. Tal vez es el único modo de huir de la traición y la vergüenza: La muerte violenta y heroica. Un trazo de fuego para que lo recuerden así, de pie y perforado por cien disparos. Eso creo recordar. El guión nace de esas peripecias del pensamiento y sus primeras visiones, como alucinaciones. 
Bien después aparece (tampoco sé en qué momento..) una pistola: Una Ballester Molina. Investigué después. Sólo después. El acero estaba antes. El resultado inmediato de la Revolución Industrial, el hombre por sobre el hombre. Las matanzas masivas, el control sobre la naturaleza, siempre masculino. El acero convertido en arma. De ahí nomás estaba el filo cerca. El cuchillo, la hoja delicada que trae a la muerte consigo, otra vez. 
El guión se retuerce y se busca a sí mismo. Está vivo porque sus criaturas se mueven, piensan y sienten. El Macho Humano comienza a agotarse. Ya no hay qué fecundar. Lo que toca el Macho, se muere violentamente. El Capitalismo es su hijo y sale a matar. Demasiada testosterona en la factoría del mundo.
El guión comienza a hablar con voz propia y se empuja a sí mismo. Se justifica , porque se mira a los ojos en el espejo aun borroso. Nuestro macho tiene nombre: Dionisio.  
Tiene pasado: asaltante de camiones blindados. Tiene un sino: no conoce la piedad y mata con un tiro en la frente a quién lo mira. Tiene un arma: Una pistola Ballester Molina.
Sin embargo, dónde está?. Qué hace, cuando, con quién?. Cómo se viste, qué come, que sueña. Porque está ahí en un pueblo del interior correntino llamado San Cosme?. Las escenas se disparan junto al posible encuadre. La luz ingresa y da forma al rostro atormentado de Dionisio que duerme con los ojos abiertos. Qué guarda en su corazón?


De ese modo, el antiguo jefe, el bandolero, escupe sangre en las mañanas. Una dolencia en la espalda le adormece medio cuerpo. Ritualiza sus domingos con Old Smmugler, al borde de la pileta, su anillo,  los Ray Bans Aviator y la música que lo acompañó en sus mejores años de criminal inocente de sí. Centrifugado por el guisky, baila sólo al borde de la pileta una canción de Mantra, como un sonámbulo.
Tiene dos amigos más que lo ayudan a fabricar cuchillos: el Rengo, el Mudo y el Payaso. Noches de truco y putas. 
Dionisio sueña con la mujer pulpo. El monstruosa hembra lo mira desde el pie de la cama. Despierta a los gritos, bañado en sudor. Esa mujer donde está?. Porque lo mira?. Cuál es su nombre?. Porque se llama Eva?
Lo femenino se abre paso entonces en el guión y cambia su sustancia. Se rompe, se revisa, se trasforma alrededor de una hembra enojada con el mundo y deseos de vengarse. Está sola. Qué le sucedió, dónde estuvo todos estos años?. Cuantas mujeres soporta el texto a filmarse. Una madre, una hija, una amante, una traicionada. El guión soporta todo si es posible de ser filmado. La Ballester Molina es femenina. Los hombres sólo decoran un paisaje crepuscular y desolado. Un reino nuevo debería emerger de tanta violencia...La niña blanca lo sabe.



Las fotos son de Leo Campodónico